| domingo, 05 de diciembre de 2004 | La salud pública, un bien preciado Recuerdo aquellas discusiones en la Facultad de Psicología de la UNR en torno de si la salud es un bien social o un bien individual. También recuerdo que la postura de casi todos los profesores y alumnos (entre los cuales estaba yo) era considerar a la salud como un bien social, es decir algo que nos compete a todos y a lo cual todos tenemos derecho. Tiempo después quiso la vida que me viera envuelto en una situación que me llevó a comprender esta tan importante cuestión ya no desde lo teórico sino desde la experiencia propia. Mi mujer se internó en un conocido sanatorio de esta ciudad para dar a luz a nuestro tan esperado retoño; el parto tuvo que ser mediante cesárea y la mutual sólo nos cubrió la mitad de esta prestación excluyendo el material descartable, la anestesia y demás. Mis bolsillos se exprimieron rápidamente quedando totalmente secos y nuestra odisea recién comenzaba. Nuestro bebé presentó una serie de síntomas que hacían pensar en una posible infección. Perdí la calma y mi pensamiento me torturaba constantemente presagiando distintos males. En varias oportunidades mi mujer y yo lloramos abrazados sin entender por qué nos estaba ocurriendo eso. El bebé quedó internado en la sala de neonatología del sanatorio a fin de realizar el tratamiento correpondiente. La desesperación se adueñó de nosotros sin que pudiéramos oponerle resistencia alguna. Vivimos interminables horas de pesar e incertidumbre pero finalmente los acontecimientos iban a concatenarse favorablemente. Se me ocurrió intentar el traslado de mi hijo hacia algún hospital público ya que no disponíamos del dinero necesario para pagar la internación. Se trataba de un traslado de alta complejidad, costoso, del cual el sanatorio no se hacía cargo y la mutual tampoco. Sin dinero y con la urgencia de que seguirían corriendo los días de internación en neonatología yo sólo pensaba que este tipo de problema se soluciona únicamente con dinero. Pero afortunadamente el sistema de salud pública municipal estuvo allí para ayudarnos. Llamé al Sies, expliqué mi situación y noté buena predisposición en aquel telefonista, quien dijo que posiblemente el traslado del bebé se haría efectivo en las últimas horas del día. Así fue, el personal de neonatología del sanatorio consiguió un lugar de destino para el traslado del bebé en la sala de neonatología del Hospital Roque Saenz peña. Allí permaneció cuatro días completando su tratamiento antibiótico y esperando los resultados del cultivo hematológico. Afortunadamente el pequeño no estaba infectado. Hoy le estoy profundamente agradecido al personal de neonatología del sanatorio, al personal del Sies, al personal del Hospital Roque Saenz Peña y al sistema de salud pública municipal que de manera gratuita brindó una valiosa ayuda cuando tanto la necesitábamos.
Fabio Barazzuol
DNI 20.354.821
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