| domingo, 28 de noviembre de 2004 | El camino de la muerte "El convoy de los 927" relata el viaje del primer tren europeo a un campo de concentración nazi en Austria "El convoy de los 927" reconstruye la historia del primer tren europeo que marchó hacia un campo de concentración nazi, llevando a ciudadanos españoles. Partió de la ciudad francesa de Angulema, donde se habían refugiado un año antes, al huir de España, y llegó cuatro días después a Mauthausen, en Austria, donde en total fueron confinados 7 mil republicanos españoles. La memoria de los viajeros de ese tren quedó "atrapada" entre el silencio franquista y la complicidad internacional. Uno de los sobrevivientes fue el fotógrafo catalán Francisco Boix, quien ayudó a conservar imágenes de Mauthausen, y testimonió en Nüremberg contra Albert Speer, el jerarca nazi conocido como "el arquitecto de Hitler".
Los refugiados de Angulema que presenta el documental ingresaron en Francia en enero de 1939, ocho meses antes del comienzo de la II Guerra Mundial. A su llegada fueron ubicados en campos de refugiados en condiciones de vida muy duras, donde muchos murieron. Su situación comenzó a mejorar en los meses siguientes con la ayuda de organismos internacionales y sindicatos franceses. Pero en agosto de ese mismo año, las tropas nazis invadieron Francia. "Esa gente, que empezaba a levantar cabeza, se encuentra con que están bajo el nazismo, y muchos se meten en la resistencia", contó Montse Armengou. Los que fueron descubiertos, pasaron a estar detenidos y un año después, fueron deportados por las autoridades francesas y la complicidad del gobierno español.
El documental da cuenta, a través del material obtenido en una veintena de centros españoles, europeos y norteamericanos, que el cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, se desentendió de ellos condenándolos prácticamente a la muerte.
Del millar de detenidos, los varones mayores de 13 años, que eran 470, fueron depositados en el campo de Mauthausen. Los 457 restantes, mujeres y niños pequeños, comenzaron un recorrido de vuelta que, 18 días más tarde, los dejó abandonados en la ciudad francesa de Hendayen, junto a la frontera española.
La historia de esos niños se entronca con la del fotógrafo Boix, un joven catalán comunista que buscó refugio en Francia, se enroló en la resistencia, y fue apresado por el nazismo a los 20 años. Por sus cualidades -"era inteligente, con chispa, enseguida chapurrea el alemán", cuenta Armengou- fue derivado al laboratorio fotográfico de Mauthausen.
Boix organizó con sus compañeros un sistema para sacar los negativos del campo de concentración, a través de un conjunto de chicos, que trabajaban en las canteras exteriores. "Esos chavales jovencitos eran los sobrevivientes de los españoles que llegaron en el tren de los 927".
Los fotógrafos pasaban a los chicos los negativos de las fotos, que pudieron conservarse hasta el final de la guerra con la ayuda de una mujer austríaca, que los escondía en el huequito de una piedra, en su jardín.
Esas imágenes fueron publicadas en el libro "Francisco Boix, el fotógrafo de Mauthausen". Y la vida del fotógrafo pudo ser rescatada gracias al documental "Un fotógrafo en el infierno", del español Lorenzo Soler. Boix murió en 1951, en París. Sus imágenes fueron utilizadas como documentos en el juicio de Nüremberg.
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