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 martes, 16 de noviembre de 2004  
Esa sana costumbre
Las Leonas obtuvieron otra medalla, como fue habitual en el ciclo de Cachito Vigil
En el Champions Trophy de Rosario, la selección argentina de hockey quedó tercera y cerró un ciclo exitoso

Rodolfo Parody / La Capital

La etapa de Sergio Vigil al frente de la selección argentina de hockey provocó la costumbre de subir seguido al podio. Alcanza con repasar lo que ocurría antes que Cachito condujera el destino de Las Leonas para comprender que su llegada causó un cambio rotundo. La medalla de bronce en el reciente Champions Trophy de Rosario fue el último eslabón de un trabajo coherente y exitoso. No hubo nadie que no reconociera la trascendencia del tercer puesto, afortunadamente, en un país donde no salir primero suena a fracaso.

Habrá que ejercitar la memoria para entender el crecimiento del hockey argentino en estos años y recordar que desde 1987, cuando se jugó la primera edición de este torneo, Argentina solamente había intervenido en 1995, cuando fue el organizador en Mar del Plata, y a partir de que asumió Vigil tuvo asistencia perfecta producto de los resultados internacionales conseguidos.

El deseo de las chicas argentinas era protagonizar la final del Champions Trophy frente a esos seguidores de siempre, sus familiares y otros miles de seres anónimos que los atrajo todo lo que transmiten Las Leonas y que va más allá de un resultado circunstancial. Estuvieron cerca y algunos desniveles en un par de encuentros clave, lo marginó de la lucha por el oro.

La derrota contra Alemania y el empate con Holanda lo dejó a un punto de ambos seleccionados que reeditaron la final olímpica en Atenas. Fue en ese instante donde mostraron otro atributo que las enaltece: el espíritu para sobreponerse a las adversidades.

Con lágrimas en los ojos, la capitana Magdalena Aicega confesó que era un dolor muy grande no ser finalistas y también, sumida en la tristeza, la cordobesa Soledad García reconoció que les costó una enormidad enfrentar a China en el cierre de la fase regular, por el dolor que significó saber minutos antes de ese compromiso que se quedaban afuera del partido por el oro, luego del polémico empate entre Holanda y Alemania.

Un párrafo aparte merece ese enfrentamiento. La división de puntos les servía a ambos para llegar a la final y dejar afuera a Las Leonas. Hicieron negocio y empataron 1 a 1. Es cierto que Argentina fue responsable por no ganarle a los dos, como manifestó molesto el verborrágico entrenador holandés Marc Lammers. Tanto como que la actitud de holandesas y alemanas dejó mucho que desear.

El argumento expuesto por varios de que el seleccionado argentino hubiera realizado lo mismo en esa circunstancia queda dentro de las suposiciones, pero resulta difícil de aceptar conociendo las bondades humanas del conductor Sergio Vigil.

No fue casualidad que Cachito señalara que hay equipos "que son campeones por ganar finales y en las estadísticas" y que, en cambio, sus jugadoras son "campeonas de la vida".

Volviendo al tema de la fortaleza anímica, tampoco resultó sencillo sustraerse a que el torneo significaba el final del ciclo de Vigil, el preparador físico Luis Barrionuevo y la goleadora Vanina Oneto. Las emociones fueron muchas y supieron asimilarlas.

Con todo lo que se vivió, el tercer puesto decoró una campaña moldeada por un conductor que jamás se mareó con los éxitos. Fue la última vez que con Vigil en el banco se subió al podio. Fiel a una costumbre.


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Las Leonas saludan luego de haber conquistado la medalla de bronce.

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