 | martes, 16 de noviembre de 2004 | La apuesta por Vigil produjo una revolución Su llegada sembró dudas pero dejó una marca imborrable Los cambios revolucionarios implican apuestas arriesgadas. Cuántos apostaban a que ese muchacho de 31 años, ex jugador de hockey, podía ponerse al frente del seleccionado de hockey, sucediendo a Rodolfo Mendoza, un olvidado que fue responsable de cimentar la estructura de lo que vendría después. Sergio Vigil llegó por la confianza que depositó el head coach Luis Ciancia a principios del 97 y desde ese mismo instante ya nada fue igual. "Si tengo algo que resaltar es que entregué todo", manifestó Cachito a los periodistas luego de su último partido. Esa entrega que no se basó exclusivamente en esfuerzo, obsesión, estudio. Estuvo revestida de valores, principios y honestidad. Los mejores resultados del hockey argentino llegaron de su mano con esos atributos expuestos recientemente, para que la gloria sea verdadera.
Vive el hockey con el alma y desparramó lágrimas de emoción en los instantes de la consagración y de la despedida. Jamás dramatizó con un resultado, pero siempre buscó lo mejor. Cuando el hockey era un deporte del que hablaban pocos, junto a la colaboración del preparador físico Luis Barrionuevo, otro fundamental en el aspecto deportivo y en el humano que también se despidió, comenzaron a planificar. Y los resultados están a la vista.
Jamás Argentina bajó de un cuarto puesto bajo su conducción. Su primer puesto fue en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 99 y en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 hizo historia con el segundo lugar tras perder sin objeciones con Australia. Pero Cachito quería más. Dijo que en poco tiempo iban a estar al nivel de las australianas, que hasta ese momento eran imbatibles. Y que en los próximos torneos no debían bajarse del podio. Con algunas excepciones, cumplió.
Pasó todo tan rápido que cuesta recordar que el mote de Las Leonas nació hace apenas cuatro años en Sydney, en momentos que la selección debió mostrar su garra tras una dura derrota con España, que lo condenó, por el particular sistema de esos Juegos, llegar a la etapa de semifinales sin ningún punto. Ahí apareció el alma de las chicas, otra faceta que les supo inculcar este cuerpo técnico.
El Champions Trophy de Amstelveen 2001 fue uno de los momentos de mayor esplendor. Las Leonas perdieron con Holanda en la fase regular y quedaron golpeadas. Necesitaban recuperarse y vencieron nada menos que a Australia por primera vez. Otra vez la psicología de Vigil dio sus frutos. Luego, el título nada menos que contra las holandesas, a las que vencieron 3 a 2.
El mismo rival tuvieron en la final del Mundial de Perth 2002, en lo que significó la máxima conquista argentina. Empate 1 a 1 y dramática victoria en la definición por penales. El resto es reciente. Tercero en los Juegos Olímpicos de Sydney y el final de un período brillante en el Champions Trophy de Rosario.
Quizás una de las mejores anécdotas que pintan a Vigil ocurrió en un amistoso ante Alemania cuando éstas señalaron un gol y los jueces pensaron que no había entrado porque la red estaba rota. El DT se encargó de convencerlas que en realidad el tanto era válido. Cachito, portador del juego limpio. enviar nota por e-mail | | |