 | lunes, 08 de noviembre de 2004 | araña la punta se prendió en el Apertura Claro que la impotencia no fue sólo patrimonio del enganche riverplatense, porque el resto deambuló a su alrededor con una inoperancia exasperante, incluyendo el talentoso del otro lado: Tevez.
El segundo tiempo al menos tuvo emociones en su inicio, ya que en poco más de diez minutos se vivieron más que en todos los 45 iniciales.
Fue en ese tiempo cuando llegó al baldazo de agua fría para Brindisi y sus hombres. Iban once cuando Luis González remató desde el borde del área, la pelota rebotó en Gastón Fernández, se levantó, y la Gata tocó con el revés del pie derecho, casi displicentemente, para señalar la apertura.
Boca no asimiló el golpe, quedó sentido y al borde del nocaut, como resignado a su suerte.
Y el técnico Astrada (ganó como entrenador cinco de los seis superclásicos que disputó River) tuvo la inteligencia necesaria para percibir que en alguna respuesta podía rematar la faena.
Por eso hizo ingresar a un jugador apto para ese juego como Cuevas por un Maximiliano López menos velocista que el paraguayo.
Es que para apoyar el juego ofensivo de Pipino estaba un Gastón Fernández inspirado y convencido, que reemplazaba la comentada ausencia de Gallardo.
Y de los pies del rubio delantero llegó la acción que derivó en el segundo gol de Cuevas, cuando el partido expiraba y la celebración de River ya era inmodificable.
La conquista terminó por desatar las riendas de la euforia y un River desbocado salió celebrando un triunfo sobre su clásico rival que no se daba en el Monumental desde el 17 de octubre de 1999 (también por 2 a 0).
En tanto Boca sufrió su quinta derrota consecutiva como visitante, agudizó su mal momento y parece tener un débil consuelo en el partido del miércoles ante Cerro Porteño, en Paraguay, por la definición de los cuartos de final de la Copa Sudamericana. enviar nota por e-mail | | |