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 domingo, 07 de noviembre de 2004  
[Homenaje] El bicentenario de una gran escritora
George Sand: una mujer libre
La Alianza Francesa de Rosario presenta una exposicion sobre la vida desconocida de una pionera del feminismo

Serge Maller

El bicentenario del nacimiento de George Sand es una oportunidad para bosquejar un retrato un poco distinto. Si la autora del siglo XIX forma parte de las figuras francesas más conocidas en el mundo, muy a menudo su imagen está asociada a la de una mujer que se vestía de hombre, que fumaba puros y que tuvo muchos amantes famosos. En realidad, más allá de estos estereotipos parciales, la personalidad de George Sand es mucho más compleja y contrastada. En particular, es la de una mujer con múltiples facetas que hizo mucho para combatir la injusticia, hacer respetar los derechos de las mujeres y buscar la idea de igualdad.

Aurore Dupin (alias George Sand) sólo tiene cuatro años cuando muere su padre. Desde ese momento, se cría en el campo y su abuela se encarga de su educación. Casada a los dieciocho años, madre a los diecinueve, Sand lleva a cabo su primer combate de mujer libre cuando deja, a los veintiséis años, el hogar familiar para irse a vivir a París. Separada de su marido, pierde la custodia de sus dos hijos pero recupera sus derechos de madre, frente a los tribunales, algunos años más tarde. Esta primera victoria representa, para ella, no una lucha contra el casamiento sino contra la cárcel que representa esta institución social. Cuando en aquel momento no estaba todavía autorizado en Francia el divorcio, George Sand clamaba el derecho a la independencia civil de las mujeres oponiéndose al Código Napoleón.

Esta primera pelea llevada por la experiencia de la vida augura otras convicciones. A lo largo de sus numerosas relaciones tanto políticas como artísticas, George Sand se forja un carácter fuerte. Testigo de varios movimientos obreros, ella afirma: "Yo tengo una sola pasión: la idea de igualdad: Es la única que dilata mi alma y consuela inmensos dolores". En 1848, la fervorosa socialista sostiene la revolución de febrero y el nacimiento de la IIª República. Defiende la abolición de la pena de muerte y de la esclavitud en las lejanas colonias. Lucha también por la libertad de prensa y, aunque parezca una paradoja, por el sufragio universal masculino. Justamente, más tarde, en el siglo XX, Simone de Beauvoir le reprochó a George Sand su traición frente a la causa feminista. En realidad, hay que entender que para George Sand el ideal humano era el del ser en su totalidad y lo más urgente era, primero, emancipar al pueblo y no priorizar la participación de la mujer en la vida política.

A lo largo de toda su vida, George Sand peleó para mejorar la condición femenina desafiando las reglas sociales y arrostrando las mentalidades. Muy temprano, porque tiene que asumir su independencia financiera -llave de su libertad- escribe como periodista en Le Figaro y se transforma en una de las primeras mujeres en trabajar y vivir de la remuneración que le producen sus libros. Como quiere ser reconocida por ella misma, opta por la elección de un seudónimo masculino, poniéndose en total confrontación con su familia. Rápidamente, también, se pone en posición de llevar una vida amorosa muy libre, como lo hacían los hombres, pero con más respeto hacia sus parejas.

Evidentemente, George Sand chocaba con la moral social de la época. Porque quería ser, a la vez, buena madre de familia y mujer libre, inventó, antes del tiempo, la familia recompuesta. Los temas de la dignidad de la mujer, de su instrucción y de su independencia son una constante en la obra de la autora francesa. Gracias a la creación de un nuevo imaginario social, su acción queda todavía como un ejemplo en la lucha por la paridad.

Durante casi cincuenta años, George Sand nunca dejó la pluma, ejercitándose en escribir en todo tipo de género literario: novelas, teatro, artículos periodísticos, poesía. Se decía que escribía demasiado y demasiado rápido. Su correspondencia privada es impresionante. Fueron en total más de 35.000 cartas que intercambiaba con lo más selecto de la sociedad artística, intelectual, política y social del siglo XIX: los escritores Víctor Hugo, Balzac, Flaubert, Musset, Vigny, Dostoievsky; el pintor Delacroix; los músicos Litz y Chopin; el filósofo Leroux; los políticos Barbes y Marx; por no citar más que los famosos.

Más allá de las relaciones difíciles que tuvo, en particular, con Musset y Chopin, George Sand representa una piedra angular alrededor de la cual gravitaba un número considerable de artistas con los cuales formó una familia. En este sentido, responde a la fusión de las artes como lo quería el movimiento romántico. Sin duda, esta dispersión unificadora es la ilustración del deseo de vivir plenamente. Decía del verdadero artista: "Es él quien posee el sentimiento de la vida, él quien goza de cada cosa, él quien obedece a la inspiración sin razonarla, él quien ama todo lo bello sin hacer categorías". Porque Sand estaba convencida de que el arte en general es salvador, toda su vida fue una efervescencia permanente para aliar las artes.

Una exposición y una conferencia organizadas por la Alianza Francesa de Rosario nos hacen recordar la vida de esta fabulosa mujer. A través de extractos de textos, se habla de su empeño político, de su fervor ideológico así como de su relación con la prensa. Es una oportunidad única para poder entender que, hoy en día, George Sand sigue ilustrando el combate de la mujer por hacer reconocer sus reivindicaciones igualitarias. Vivió en el siglo XIX como se vive ahora en el siglo XXI. Su pasión por vivir y escribir como su deseo infinito de libertad eran su firma. Nos dejó una obra múltiple, visionaria y ferozmente contemporánea. Pensaba que cincuenta años después de su muerte la gente la iba a olvidar. Si así fuera, nos olvidaríamos de una parte importante de la cultura francesa y universal.

Serge Maller es director

de la Alianza Francesa de Rosario
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George Sand, fotografiada por Nadar. (Gentileza Alianza Francesa de Rosario)

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