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 sábado, 23 de octubre de 2004

candi
-Sorpresivamente, inesperadamente, la ¿Justicia? liberó a Castells. Esta es, en mi opinión, otra muestra más de la falta de respeto, del desprecio del poder hacia una sociedad que asiste azorada, pero resignada, a todo tipo de intríngulis y vejámenes realizados ya con absoluto desparpajo.

-¡Pero Candi! ¿No me diga que usted ve con malos ojos que hayan liberado a Raúl?

-No, no, no. De ningún modo, yo creo que Raúl tiene cierta "chantidad", pero debo confesar que muchas de las cosas que sostiene, para mí, son rigurosamente ciertas. Y cuando él se pavoneaba diciendo que era un preso político tenía razón. El Estado ahora se ha encargado de demostrarlo y voy a explicar por qué pienso tal cosa.

-¿Por qué? Dígalo

-A mí nadie me saca de la cabeza, y que me disculpen los funcionarios si estoy equivocado, que la fiscal chaqueña que ordenó la detención del líder piquetero no actuó "per se". Por otra parte, si bien la actitud de Castells al entrar al casino fue bochornosa, las crónicas del momento indican que los propietarios de la casa de juego no sólo no radicaron denuncia, sino que prometieron la entrega de una suma más si se comprobaba que con ese dinero se compraba mercadería para los indigentes; como decía un amigo funcionario judicial rosarino: en todo caso la mitad de la biblioteca con jurisprudencia y doctrina encarcelaba a Castells y la otra mitad lo liberaba. Aquí se echó mano a la mitad que lo conducía a la parte de atrás de los barrotes.

-¿Le parece?

-¿Y por qué lo liberaron entonces? ¿Qué fundamento han sostenido ahora para la liberación? ¿Sólo por el delicado estado de salud derivado de la huelga de hambre? Si es así... ¡muchachos de los penales, no contraten abogados que la salida es la huelga de hambre porque el Estado libera ante el riesgo de muerte! ¡Vamos, Inocencio! Castells fue muy astuto y en esto no hay que quitarle méritos: sabía que su detención tenía una base jurídica endeble y los llevó al borde del abismo: "O me sueltan o me arrojo pero se caen conmigo". Yo no tengo dudas de que el tipo seguía con la huelga hasta las últimas consecuencias. Además, quiero preguntarle una cosa.

-¿Qué cosa?

-Se le achaca a D'Elía haber liderado la toma de una comisaría y destrozos de todo tipo, ¿verdad?, pero a ningún funcionario judicial se le ocurrió profundizar hasta las últimas consecuencias en el hecho y mucho menos desaforar al diputado piquetero oficialista y meterlo preso ¿No es tan grave un hecho como otro? ¿Y entonces? Según el líder del Mijd, en el país hay un "nepotismo feudal de la peor calaña". ¿Será así, Inocencio?

-¡Ah! ¡Ah!

-No le demos vuelta, Inocencio: con la liberación de Raulito ha quedado confirmado que no tenían fundamentos serios para haberlo detenido, ergo era un preso político. Y si no es así..., entonces quiere decir que cualquiera en este país puede hacer una huelga de hambre y decir "o me liberan o me mato" y lograr por esos métodos la libertad. Eso sí que me suena a extorsivo y violatorio de principios elementales. ¿Y la Justicia acepta esas reglas de juego? ¡Qué barbaridad!

-No, no se confunda. Deje de lado eso de que "cualquiera" puede hacer una huelga de hambre y lograr por esa vía la libertad. "Cualquiera" no, porque cualquier perejil inocente al que se le ocurra realizar una huelga de hambre para recuperar sus derechos avasallados verá a la Parca sin haber tenido la satisfacción de recibir la más mínima persuasión de parte del poder.

-Sí, tiene razón. Bueno, a Castells lo liberaron porque el tipo tenía razón e iba a ser un escándalo internacional su muerte en ese marco. Paradójicamente Castells, al hablar anteayer vía radio con Menem, su archienemigo ideológico, deslizó subliminalmente que durante su gobierno jamás fue encarcelado y a Kirchner le dijo: "No le perdono que casi casi nos termina asesinando, pero menos le perdono que tenga gente hermosa y noble, 46 presos, 4.600 procesados. Como adversario le pido que no haya más presos políticos en el país". ¡Mama mía, Inocencio!

Candi II

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