| sábado, 09 de octubre de 2004 | | -Esta carta la envía el señor Fior, creo, Candi, que es un profesor universitario. La leo y reflexionemos sobre su contenido porque no tiene desperdicios: "Resulta que me fui preparando para la crisis, pues acabo de cumplir los 60, pero estoy comprobando que para esto no hay vacuna posible. El horizonte se ve más cercano que el último minuto de los 59. Un desencadenante, en estos primeros días postsesenta, fue la perplejidad que me causó el hecho que muchos jóvenes postmodernos no asistan, en este caso, al "velatorio de la abuela". Entonces veo que uno es un verdadero estorbo si se enferma, si está vieja. Y si pasa a ser finado menos mal que no presenciará el escenario del reacomodamiento ¿El tránsito desde el absolutismo al relativismo sirvió para algo? Por supuesto que sí, siempre y cuando ese relativismo tuviera sus límites. Pero el desenfreno, especialmente en los últimos tiempos, es tal, que no debieran sorprendernos masacres aún mayores ¿Qué han hecho los dirigentes anteriores y presentes para que resultara semejante horror? ¿Qué hemos hecho nosotros? "los nadie". Mientras tanto algunos colegas de las ciencias económicas insisten en martirizar a los alumnos y a sus propios pares con la "cancioneta tecnológica" de "estudiar y trabajar, trabajar y estudiar" todo el día y todos los días para sobrevivir a la vorágine del progreso supersónico. Está muy bien tener y poder ¿Pero para cuándo ser? Porque de lo contrario evolucionaremos todos a demonios. Gracias y espero aliento en sus charlas del café. Un abrazo."
-Sostiene Fior que es probable que evolucionemos todos a demonios y yo reflexiono que tal como están las cosas en la humanidad parecería que hay una significativa tendencia hacia ello. Ayer me contaban unos casos espeluznantes, de esos que no trascienden, pero que ocurren a cada instante. En una clínica de la región, un bebé de días tuvo una descompensación, lo operaron contra lo sugerido por profesionales responsables y el chiquito murió porque la cirugía era lo más contraindicado. A los padres le dijeron la fórmula de costumbre: "Hicimos todo lo humanamente posible". Otro caso: una jueza hace lugar a la denuncia de una madre despechada y separada de su esposo a quien lo denunció por violar a su propio hijito de cuatro años. Muchos sospechaban de que se trataba de una clásica denuncia de separados donde reina el odio y la sinrazón, pero al pobre chiquito de cuatro años lo sometieron a la traumática y desesperante penetración de un espéculo para ver si era verdad. El resultado fue que jamás fue tocado ¿Quién le repara el daño espiritual a esa criatura? Otra historia: dos padres separados, indignos de ser padres, se disputan la tenencia de su hijita quien es tratada como maleta de loco. Pobrecita, la chica está perdida y desconsolada y los magistrados que tienen el caso parece que están más perdidos que los padres y que la propia criatura. Podría seguir narrando cientos de historias que no trascienden. Por ejemplo: dicen que los docentes de una escuela de Rosario efectúan festejos con grandes comilonas y "stripers" en un club "y a los alumnos -textuales palabras de un lector- se les deja de lado la salud del colegio y el comedor". Si es cierto es escandaloso. No vamos a narrar las historias que todos conocemos, esas que vivimos a diario y que tanto nos duelen, preocupan y sumergen en estados de angustia.
-Como las macanas, arbitraiedades e injusticias que nos encajan desde hace años y años desde el poder estatal, sea este nacional, provincial o municipal.
-Pero no sólo es el poder Inocencio, ahora son muchos argentinos que están siendo contagiados. Abunda la violencia física y moral, la resignación, la indolencia y el "arreglate como puedas". Esta nefasta cultura es funcional a la conducción de este sistema perverso ¿Una palabra de aliento Fior? Quién sabe si estamos en condiciones de darla, pero en todo caso le diremos que hay que seguir adelante con las convicciones, presentar batalla en cada pequeño espacio a pesar de todo. En el mundo hay únicamente dos clases de seres humanos: los esencialmente buenos y los esencialmente malos y sería una pena y una gran frustración que al final estos últimos se salgan con la suya. A veces tal vez sienta usted que predica en el desierto ¿verdad? Aquí también a veces tenemos ese sentimiento, pero... en Dios confiamos.
Candi II
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