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 lunes, 06 de septiembre de 2004

Polémica condena a dos policías por el crimen de un muchacho desarmado
Lo mataron cuando perseguían a una banda que había robado en la casa del hermano de uno de ellos. Actuaron en un auto particular y vestidos de civil. Para el juez, la víctima quedó atrapada entre dos fuegos

María Laura Cicerchia / La Capital

Los dos policías acusados de la muerte de Ariel Colque, el joven de 16 años baleado en la nuca seis años atrás cuando estaba desarmado, fueron condenados a 4 años de prisión y 10 de inhabilitación para ejercer el cargo por el juez penal Julio Kesuani, quien interpretó que el muchacho murió al quedar atrapado en el fuego cruzado ente los agentes y un grupo de personas a las que éstos pretendían detener por un robo a mano armada. El magistrado reconoció que hubo irregularidades en el procedimiento: los policías intervinieron vestidos de civil, sin refuerzos y en un auto particular. Por ello, equiparó ese supuesto tiroteo con una típica riña entre bandas, una figura penal más leve que la del homicidio simple. Además, les impuso a los policías y al Estado provincial la obligación de pagarles 52.500 pesos de resarcimiento a los familiares de la víctima.

Ariel Eliseo Colque tenía 16 años y había dejado la escuela para ayudar a una numerosa familia con las changas que hacía en el taller de autos de su tío. El muchacho vivió con su madre, su padrastro y cinco hermanos hasta la madrugada del 30 de marzo de 1998, cuando un tiro en la nuca le provocó una infección generalizada y graves trastornos neurológicos. Cuarenta días después falleció en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez.

Desde ese momento la Justicia imputó su muerte a los policías Jorge Daniel Vázquez, de 38 años, y Darío José Protti, de 39. Los agentes reconocieron en aquella oportunidad haber tirado contra el muchacho, aunque no pudieron asegurar cuál de los dos fue el autor del balazo letal. También desde el comienzo la versión oficial fue contradicha tanto por los acusados del robo como por los familiares de Colque.

La voz policial dice que todo comenzó con un robo que ocurrió a las 22.30 de aquel día en la casa de un hermano Vázquez, de Cochabamba al 5600. Allí ingresaron siete personas armadas para llevarse electrodomésticos y dinero. Luego el dueño de casa, Roberto Vázquez, llamó a su hermano policía y al agente Protti, que era amigo de la familia, para salir a buscar a los asaltantes, a muchos de los cuales dijo conocer del barrio.

En medio de esa búsqueda, según el parte oficial, se produjo un primer tiroteo en Riobamba 6075 donde detuvieron a tres sospechosos. Un rato más tarde, a las 4.30, hubo un segundo enfrentamiento frente a un pasillo de Magallanes 2439 adonde habían ido a buscar al resto de la banda. Allí cayó herido de un balazo en la nuca Ariel Colque, quien estaba acompañado de su novia cuando llegaron los agentes.

En una casa de ese pasillo, luego de herir a Colque, la policía detuvo a otros cuatro acusados, recuperó lo robado y secuestró dos armas supuestamente usadas en el enfrentamiento. De los imputados, sólo tres fueron condenados por el asalto a la casa de calle Cochabamba: Marcelo Daniel Cinzano, Omar Alfredo Rosales y Hernán Andrés Albarracín. Les impusieron 5 años de prisión por robo calificado.

Los imputados del robo dieron otra versión del hecho que originó la intervención policial. Ellos aseguran que el asalto nunca existió, que el procedimiento fue montado como parte de un ajuste de cuentas originado en la actividad del hermano de Vázquez como presunto narcotraficante.

En tanto, los familiares de Colque y sus abogadas, Carina Minitelli y Florencia Culasso, siempre sostuvieron que el muchacho era ajeno al grupo que la policía fue a detener, que estaba desarmado y que fue fusilado a corta distancia y golpeado ferozmente, incluso cuando estaba herido en el suelo con el cuello ensangrentado.


Una víctima sin armas ni rastros
En principio la policía intentó involucrar al joven fallecido en el robo, pero eso se descartó durante la instrucción de la causa. El muchacho no fue reconocido por las víctimas del asalto, no le secuestraron ninguna pistola y no tenía rastros de pólvora en sus manos. Su novia, Soledad García, que estaba con él cuando lo balearon, dijo siempre que habían estado juntos esa noche y que el menor no llevaba arma.

La autopsia reveló que la causa de la muerte fue el disparo que había ingresado por la nuca y salido por el lateral izquierdo del cuello de Colque. Con ese resultado en la mano y las comprobaciones de la reconstrucción del hecho, el juez de Instrucción Jorge Eldo Juárez procesó a Vázquez y a Protti como autores de un homicidio, en una resolución confirmada por la Cámara Penal. No obstante, tiempo después los policías fueron liberados por una negligencia procesal: como el juez de Sentencia no se expidió en los plazos pertinentes los benefició el régimen del 2 por 1.

Durante el juicio que acaba de concluir, los policías admitieron haber accionado sus armas reglamentarias, pero dijeron que al no haberse secuestrado el proyectil que mató a Colque nunca se pudo acreditar de qué lugar provino: si desde donde estaban ellos o desde el fondo del pasillo, donde estaba el grupo al que iban a apresar.

La familia Colque remarcó que el muchacho fue víctima de un abuso policial. En ese sentido, una vecina dijo ver cuando el policía Vázquez pisoteaba al muchacho herido. Y un agente de la seccional 19ª declaró que el joven no tenía arma cuando él llegó al lugar, media hora más tarde, y aún no habían llamado una ambulancia.

Para el juez Kesuani, en definitiva, los policías actuaron por fuera de un procedimiento regular de servicio. El magistrado dijo que si en lugar de manejarse en forma aislada hubieran solicitado refuerzos, "la muerte de Colque hubiera sido de una dimensión menos gravosa. Así se produce un enfrentamiento entre grupos de personas con resultado letal de otra, sin determinarse el arma que la mató". Por esto, interpretó que lo ocurrido fue un ataque entre dos bandos distantes, una riña en cuyo marco se produjo un homicidio.

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Ariel Colque tenía 16 años y ayudaba a su familia trabajando en el taller mecánico de un tío.

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