| domingo, 29 de agosto de 2004 | Perfiles Un escritor en la salida de un largo laberinto Una novela lo muestra como uno de los escritores argentinos más promisorios. Y todavia le quedan libros ineditos Carlos Morán / La Capital "El escritor que más tiene que ver conmigo es Roberto Arlt. Haber leído "El jorobadito" en un momento muy difícil me sirvió muchísimo, fue como cambiarme la vida". Quien habla es Pablo Ramos, autor de "El origen de la tristeza", novela por la que mucho está apostando la filial argentina de la Editorial Alfaguara.
Desde la cubierta del libro, ilustrada con la magnífica "Exclusión", del argentino Pablo Suárez (un joven vestido sólo con un pantalón vaquero, colgado de un tren interurbano que mantiene sus puertas cerradas), al lector se le anticipa que "El origen de la tristeza" lo va a sumergir en un mundo poco cálido, donde los que los perdieron en esta ruleta en la que muchas veces se ha transformado la vida de los argentinos serán quienes hablen y cuenten sus vidas, poco o nada favorecidas en el reparto.
Ramos, de 38 años, "nacido en un suburbio de la provincia de Buenos Aires", admite que hay mucho de autobiográfico en esta novela que se apoya en tres largos relatos, aunque de inmediato aclara que lo que prevalece es la construcción de la ficción, buscando a través de ella esa "verdad de las mentiras" de la que hablara Mario Vargas Llosa.
Pablo ha irrumpido con gran fuerza en estos comienzos de siglo en el ámbito de la literatura nacional. En efecto, aparte de la novela que ya despierta infrecuente interés, es autor de un libro de cuentos, "Cuando lo peor haya pasado", que obtuvo en forma prácticamente simultánea los premios Fondo Nacional de las Artes y Casa de las Américas fallados a fines del año pasado. Como hecho anecdótico y también significativo, el escritor cuenta que ignoraba su participación en ambos certámenes, puesto que fue un amigo quien se encargó de enviar el trabajo a los dos concursos mientras él se reponía de una enfermedad que lo mantuvo en cama durante varios meses.
Y ocurrió entonces que un día se enteró que debía cobrar el cheque correspondiente al primer premio del certamen que anualmente organiza el Fondo de las Artes y en la jornada siguiente, al abrir su correo electrónico, también tomó conocimiento de que había sido premiado en Cuba.
El libro fue contratado por Alfaguara que sin embargo, al conocer la existencia y sobre todo el contenido de la novela, en la que Gabriel va despidiéndose de su niñez, optó por ésta para que se lo conociera masivamente.
Ramos, al igual que su personaje, también debió "despedirse" pronto de su niñez porque en su familia sobraban gente y cariño pero no dinero y de chico tuvo que salir a enfrentar la vida. A los 17 se alejó de su casa y conoció "las cosas buenas y muchas de las cosas malas de la calle". Tuvo una vida azarosa, en la que el alcohol le jugó constantes malas pasadas y así vivió fracasos sentimentales, errores laborales, caídas que le han dejado marcas que persisten.
Pero Pablo, autodidacta que no concluyó sus estudios de nivel medio, siempre fue lector, lector omnívoro y escritor de poemas que él califica de mediocres pero que jugaban como tablas de salvación que aparecían flotando en medio de las frecuentes borrascas. De alguna manera la literatura le significaba la isla de tranquilidad en medio de situaciones sumamente difíciles que Ramos admite haber tenido que soportar, aunque sin detenerse demasiado en los detalles.
En algún momento, mientras entraba y salía de distintos trabajos y emprendía otras acciones vinculadas a la música y a las iniciativas empresariales, tomó contacto con el taller literario que dirigía el escritor Abelardo Castillo, pero allí no duró porque era una etapa de su vida en la que vivía crispado y peleándose con todo el mundo a causa del alcohol. Pero la literatura resultó un animal paciente que lo esperaba siempre, hasta que en la vida de Ramos apareció otro escritor, escritora en su caso: Liliana Heker.
Ramos había retornado recurrentemente a la literatura y el taller de la autora de "Los bordes de lo real" fue para él un espacio donde acentuar su vocación. En un momento determinado, cuenta, le tocó leer un material excesivamente disperso, en el que se entreveraba la ficción con recuerdos de su niñez. Cuando quiso detenerse los participantes del taller lo animaron a seguir leyendo. "Leí como dos horas seguidas", recuerda y agrega que le llamó la atención la buena reacción de su público ante las peripecias que narraba de su personaje, así como las carcajadas que arrancaban los pasajes humorísticos.
Heker esperó que terminara la lectura, le pidió que se quedara para conversar y entonces le dijo una frase conmovedora, que lo llevaría a operar un cambio definitivo en su vida: "Vos necesitás a la literatura, pero la literatura también te necesita". Resultó todo un cambio, sí, en la vida de Ramos, que con caídas y recaídas iría afianzándose hasta que "supo" que estaba dispuesto a escribir la novela. "Esto ocurrió hace ya cinco años, pero ya desde aquel momento tuve idea clara de lo que me proponía hacer".
En tanto avanzaba en la redacción de "El estaño de los peces" (el título que durante mucho tiempo tuvo la novela), disminuían los poemas y aumentaban los cuentos, a punto tal de que más allá de la novela Ramos se considera, esencialmente, autor de cuentos, tarea en la que persiste. Obsesivo y tenaz, convencido de que está acá para decir y narrar, del mismo modo que Bioy Casares (aunque sus preocupaciones estéticas difieran sustancialmente), también este novel escritor intenta obtener una narración de aparente simplicidad aunque, en realidad, le resulta muy arduo conseguirlo.
"Me di cuenta que otra de las cosas que se puede hacer con las obsesiones es contarlas. Y desde ese día soy escritor; y seguramente ni mis amigos, ni mis mujeres, y supongo que ni siquiera mis hijos, podrán culparme por esto", expresa Ramos en reciente artículo. Toda una "confesión de parte", una premisa de la que ha partido para lograr el siempre arduo encuentro consigo mismo. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Convicción. "Otra cosa que se puede hacer con las obsesiones es contarlas", apunta Ramos. | | |