| domingo, 29 de agosto de 2004 | Reportaje Horacio Tarcus: "Hay que refundar la izquierda" El historiador y creador del Cedinci cuestiona el sectarismo de los partidos Rodolfo Montes / La Capital En una cuadra romántica y porteña del barrio de Flores que luce un viejo empedrado de adoquines, justo antes de quedar atrapada contra las vías del ferrocarril Sarmiento, está la casona donde vive y se multiplica el Cedinci. El Centro de documentación e investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina. El genial invento de Horacio Tarcus y una decena de entusiastas, que decidieron armar con riguroso profesionalismo un archivo de la cultura política de izquierdas de Argentina. Unas 800 colecciones de revistas político-culturales, 600 de revistas políticas, 700 colecciones de periódicos políticos argentinos, 60 rollos de microfilms de publicaciones obreras, miles de volantes, cartas manuscritas, folletos, fotos, afiches y más de 20 mil libros de la cultura política de izquierda en la Argentina tienen lugar en la casona de dos plantas que donó la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El mayor archivo argentino de las izquierdas está abierto a las consultas desde 1998. Sólo hay que asociarse y comprometer una pequeña cuota voluntaria. Aunque el mayor compromiso es conseguir donaciones de documentos valiosos "que siguen estando en manos de particulares o de instituciones o partidos políticos. Les queremos pedir que los traigan al Cedinci, nosotros garantizamos absoluto cuidado y protección de los materiales", dice Horacio Tarcus, historiador, archivista y alma pater del proyecto Cedinci.
Tarcus no sólo dedica su vida a recopilar publicaciones y documentación: también desarrolló una de las mejores investigaciones históricas para determinar con precisión las razones del fracaso político de las izquierdas, sobre todo en los últimos 30 años.
-¿Cuál es la relación entre la cultura de izquierdas y la sociedad argentina?
-La sociedad argentina le debe muchísimo a la izquierda. El dinamismo, la modernización, la legislación social y la cultura -entre otros aspectos-, son parte de las tradiciones de izquierda anarquista, socialista, comunista y trotskista. La izquierda argentina generó una enorme riqueza y diversificación en lo político-social, creó innumerables instituciones, pensamiento, reflexión, artistas plásticos, ensayistas, escritores, dramaturgos, periodistas. Cuando comparamos todo ese capital cultural de la izquierda con la realidad actual, el contraste es pavoroso.
-¿Los actuales partidos de izquierda no heredan aquellas tradiciones?
-La izquierda tiene gran dificultad para ser receptiva de balances críticos y autocríticos que provienen de sectores independientes. Está en un esquema agotado y para que sigamos teniendo izquierda será necesaria una refundación muy fuerte. Reconocer el agotamiento en el modelo que tiene la izquierda para pensar hoy la realidad, el modelo militante, la forma de intervención política, el vínculo con los sujetos sociales y la estructura partidaria, no desconoce la gran productividad que estas modalidades tuvieron en otras etapas de la historia.
-¿Cuál fue aquella productividad?
-Por dar un ejemplo, los periódicos anarquistas y socialistas de fines del siglo XIX y principios del XX, fueron periódicos de vanguardia en el sentido estricto del término. Técnica, estilística y gráficamente, además de su contenidos, eran lo más avanzado de la época. La prensa de izquierda fue una escuela de periodismo. Luego, muchos de esos periodistas pasaban a los diarios "burgueses", buscados y contratados por los grandes medios elevar la calidad en las redacciones. Si leemos los medios de prensa de la izquierda actual encontramos un lenguaje arcaico. En cambio si leemos El perseguido, La vanguardia, Bandera roja, La protesta o La antorcha, todos medios de la izquierda de hace más o menos cien años, vemos un lenguaje innovador, de avanzada, conectado con las corrientes artísticas y literarias de vanguardia de la época.
-¿Cómo definís a la izquierda hoy?
-Lo que tenemos hoy como izquierda es el resultado de una suma de derrotas a escala local y a escala internacional, en los últimos 30 años. Aunque no necesariamente sufrir derrotas políticas implica la imposibilidad de volver a crecer. En todo caso el problema está en la incapacidad de procesar las derrotas, entender los procesos históricos y reformularse.
-¿Reformularse puede sonar a posibilismo, a transa?
- Reformularse no implica adaptación en sentido peyorativo. No siempre es malo aggiornarse, los principios no son intangibles, son históricos y merecen ser discutidos. Mucho más las formas de organización, de intervención, retóricas, argumentos y programas de la izquierda. Las sucesivas derrotas llevaron a la izquierda argentina a establecer un perfil de secta. Algo que siempre existió como riesgo, pero en las últimas décadas se estableció como regularidad.
-La izquierda hoy es, en todo caso, un gran abanico de múltiples sectas.
-Sin dudas, y cuando digo secta no me refiero a un orden numérico, me refiero a un modelo estructural. Existen sectas de 5 mil miembros y existen grupos políticos, abiertos y dinámicos de 50 personas que el día de mañana pueden resultar la dirección política de miles o de millones.
-¿Cuál es la lógica dominante de la secta?
-Cuando un grupo humano se autoproclama como una vanguardia esclarecida, portadora de la verdad, y cuando más es derrotada, más reafirma sus principios, creyendo que justamente es derrotada porque dice la verdad. "No nos entienden, nos traicionan, nos puentean porque representamos los verdaderos intereses", dicen. La secta piensa en términos de un microclima, se vuelve autoreferente, lee la realidad desde la lógica de la secta, no permite discusión interna o, en todo caso, toda discusión termina en una confrontación y luego en una ruptura. Así se produjeron las permanentes divisiones, donde cada nuevo grupo es más chico que el anterior pero vuelve a repetir la lógica interna del grupo de donde proviene. Y así sucesivamente.
-¿Mantener la pureza de la organización es más importante que cambiar el mundo?
-Los partidos de izquierda hoy funcionan como pequeñas iglesias, digamos con un Papa, cinco obispos y veinte curas cada uno, regidos por un dogma, con estructura jerárquica militar, y una particular relación con el "exterior", que es instrumental. "Nosotros que tenemos la verdad -dicen-, debemos imponer nuestro programa en la asamblea de tal barrio, de tal sindicato o del movimiento piquetero". Hay un texto donde Marx discute con un dirigente obrero que leído hoy resulta casi gracioso. Marx le dice: "Habiendo podido usted disolver su secta dentro del movimiento obrero, prefirió mantener la estructura cerrada de su organización, tratando de construir desde él su propio movimiento obrero". Cuando leemos esto es inevitable pensar en las sectas actuales que se jactan de controlar asambleas, centros de estudiantes o contar con un movimiento piquetero propio.
-¿Qué actitud debería adoptar la izquierda ante el gobierno de Kirchner?
-La izquierda gusta de remarcar el carácter burgués capitalista del gobierno de Kirchner, como si hubiera alguna duda al respecto. Ahora, lo absurdo es que a la izquierda le incomode que Kirchner cumpla razonablemente con ciertas cosas básicas del Estado burgués capitalista (Corte Suprema, lucha contra la corrupción, derechos humanos, etc). Lo lógico sería que las medidas de saneamiento del Estado burgués que ha tomado el gobierno de Kirchner, faciliten y no compliquen la tarea de las izquierdas. Deberían estar proponiendo un orden alternativo, no capitalista, que dé respuesta en los campos donde el orden burgués nunca podrá dar una respuesta definitiva: por ejemplo en el tema desocupación.
-¿Cómo analiza la experiencia de Autodeterminación y Literal, el partido de Luis Zamora?
-Terminó de la peor manera. Zamora armó una estructura personalista, primaria y más autoritaria que la anterior. Mal que mal en el MAS (Movimiento al Socialismo) o en el PC podías armar una tendencia, y después te echaban, pero en A y L, Zamora es el candidato natural, su mujer empieza a ser la segunda candidata natural y los candidatos a diputados y dirigentes del Partido constituyen el grupo de amigos y de colegas de la facultad de Noemí Olivetto, y los íntimos amigos de Luis. Hay un ejemplo paradigmático del sectarismo de Zamora: la derogación de las leyes de Obediencia debida y Punto final. Allí apareció lo peor de la tradición trotskista argentina, que por supuesto no le hace honor a Trotsky. Zamora se abstuvo de votar la derogación de las leyes, seguramente porque las impulsaba el gobierno. Ahí no hubo Foucault que aguante. Finalmente, es la teoría del cuanto peor, mejor: "Si al gobierno le va mal, aumenta la crisis, crece el movimiento de masas, luego, crecemos nosotros", piensan -y se equivocan- las fracciones de izquierda. Así razonaron el PRT y los Montoneros ante el golpe militar de 1976, y pagamos carísimo esa lógica. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Hablando claro. "Los partidos de izquierda funcionan hoy como pequeñas iglesias, con un Papa, cinco obispos y veinte curas", dice Tarcus. | | |