| domingo, 29 de agosto de 2004 | Neuronatación: Juegos en el agua Fernando Javier Flores (*) El juego en el agua proporciona un marco para la constitución de patrones lúdicos de comportamiento, y además le permite a los niños ejercitar y ampliar su capacidad de frustración ya que el reconocimiento del error implica la motivación para la adquisición de un nuevo logro.
Las reglas de los juegos suponen una expresión de la lógica, en base a ella, cada niño comienza a comprender lo que es el intercambio y los procesos interactivos entre los jugadores.
Un niño con adecuada estimulación sensomotora y libertad para moverse posee los elementos básicos de relación espacio-tiempo inmediatos. Todas las tareas de movimiento movilizan. En niños con bloqueos afectivos y/o intelectuales, por ejemplo, el desarrollo de esquemas permitirá ampliar sus posibilidades de acción, establecer las coordenadas espacio-temporales para ubicarse y desplazarse con éxito o para darse cuenta de los efectos de sus movimientos. En aquellos niños donde se observan problemas de índole física o motriz el movimiento actúa como un elemento enriquecedor de sus posibilidades.
El taller de neuronatación ofrece por medio del juego en el agua, un espacio donde se favorecen las capacidades que el niño posee, considerando este medio como un ámbito ideal.
La temperatura del agua otorga beneficios fisiológicos indispensables para la preservación de las funciones y la inhibición de patrones negativos propios de patologías neurológicas. Es desde la realización de actividades terapéuticas, los juegos motores, la facilitación neuromuscular propioceptiva y ejercicios propios de la natación, coordinación inter e intra muscular, coordinación general básica, coordinación de la mecánica respiratoria que se le acerca al niño la posibilidad de acomodar, adaptar y asimilar nuevos aprendizajes.
El taller tiene como tarea la adquisición de logros, el abordaje de múltiples temas y actividades, comunicación, aprendizaje, producción, ensayos e intentos creativos, elaboración de ansiedades y pérdidas, teniendo como valuarte la capacidad de espera (muchas veces invalidada por la presión mecanicista que aspira a resultados inmediatos a través de la consagración del premio y el castigo).
El movimiento y el juego como mediador del mismo, estimula expresiones coordinadas (capacidades de resistencia, fuerza, velocidad, flexibilidad); nociones espacio-temporales (dimensión, direccionalidad, ubicación, orientación y desarrollo del sentido del orden) dando lugar a la promoción de la naturalidad y espontaneidad, lo que permite enriquecer el movimiento.
Los objetivos se plantean a partir de las necesidades de cada niño previa evaluación diagnóstica del equipo interdisciplinario integrado por psicólogos, profesores de educación física, educación especial y psicopedagogas quien elaborará estrategias conjuntas (terapeuta-madre-niño). Este ámbito resulta beneficioso para aquellos niños que presentan trastornos generalizados de desarrollo, de conducta, parálisis cerebral, dificultades en el aprendizaje y otras patologías.
(*) Profesor de educación física del Centro de Pedagogía y Terapéutica
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