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 domingo, 22 de agosto de 2004

Rosario desconocida: Cordón de la memoria

José Mario Bonacci (*)

Si nos situamos en el bajo junto al río, allí donde nace calle Ayolas contribuyendo a la idiosincracia de nuestro sur urbano y portuario, podemos ir al encuentro de un norte contundente con su destino de brújula apuntando al despertar cultural de la ciudad.

Como afirmamos en la entrega anterior, fue el Parque de España quien se encargó de iniciar el camino para cambiar de manera fundamental las características de la orilla fluvial, llamando tras de sí a otros emprendimientos que nutren la nueva realidad de esta línea demarcatoria entre ciudad y río. Estaremos entonces frente a un universo hasta hace poco impensado por el grueso de los ciudadanos y cuya materialización continúa en desarrollo a través de acciones presentes y otras que se anuncian para tiempos cercanos.

Este verdadero cinturón cultural es también representación del espíritu que animó siempre a la ciudad: aglutinar en su seno todas los matices heredados de los abuelos que llegaron un día de otros lugares del mundo, gestar expresiones contundentes y propias, conformando así un parnaso urbano en donde tengan reflejo todas las expresiones dentro de los campos de la historia, memoria y cultura, principalmente.

El Parque de Italia, situado en bulevar 27 de Febrero y avenida Costanera, ha dado ya sus primeros pasos y se proyecta hacia el futuro como expresión vital de una de nuestras bases como ciudad aluvional abierta, universalista, democrática y generosa.


Vida científica y estudiantil
En la margen norte del bulevar es una realidad plausible desde hace varias décadas el complejo del CUR, conocido como Ciudad Universitaria, y sus instituciones complementarias, convocantes de la vida científico-estudiantil, verdadero caldero vocacional elaborando su destino para sí y para las generaciones por venir.

Pero es también justo destacar que aún faltan cubrir importantes capítulos de la idea original que daría al conjunto presencia más contundente y eficiencia funcional, como la avenida de la Universidad como columna vertebral circulatoria de la zona, uniendo sur y norte del sitio al trasponer Pellegrini a nivel de las barrancas y cuya realización fuera desactivada recientemente, sin que eso signifique su no concreción en el futuro.

Un puente peatonal y las escalinatas históricas llevan hacia el norte al encuentro del Observatorio Astronómico y Planetario Municipal con su Museo de Ciencias, para continuar en el Anfiteatro, verdadero centro de expresión de la ciudad con presencia en el Parque Urquiza, reconvertido en magnífico lugar de esparcimiento y goce del paisaje, con el homenaje al primer embarque de granos desde nuestro puerto en la alegoría de Fontana con "El sembrador" sobre la Costanera y presencia de la ex-estación del Ferrocarril Oeste Santafesino que impulsó Carlos Casado del Alisal, fundador del Banco Provincial de Santa Fe.


Batería Libertad
A esto se suma la reconstrucción no acabada de la Batería Libertad y la continuación hacia el norte con servicios gastronómicos, llegando a calle Ayacucho con presencia, a metros, de la cortada Santa Cruz, a la que deberían salvársele rasgos típicos que todavía ostenta como calle singular de la ciudad.

Sobre la orilla del río varios lugares de usos diversos y recuperados de antiguas instalaciones portuarias, sumadas a la refuncionalización de la Estación Fluvial que ahora presta nuevos servicios, esperan la concreción del próximo proyecto ya concursado para el Parque Nacional a la Bandera -asiento fundacional de la más importante expresión popular de la ciudad como es la Fiesta de las Colectividades- y la habilitación de viejos galpones portuarios para usos recreativos y culturales como lo son ya el CEC, el Centro de la Juventud y otros complementos como Casa del Artista Plástico y mercados artesanales sobre la Costanera, que sumará pronto un grupo escultórico de Righetti de indudable valor artístico-testimonial asimilado a la fuente existente en cruce con Sargento Cabral.

Así el Parque de España, pionero indiscutible en este panorama, une hacia el norte con la Ciudad de los Niños ubicada en la ex Estación Rosario Central, para continuar con los clubes de la costa e instalaciones recuperadas para bares y restaurantes a través del Parque de las Colectividades y una serie de plazas alegóricas sobre la margen opuesta de avenidas del Huerto, Wheelwrigt e Illia, sumándose el mojón inconfundible de los antiguos Silos Davis convertidos ahora en el Museo de Arte Moderno.

La reciente avenida Estanislao López abrió el camino por detrás de Rosario Norte a través de silos y playas ferroviarias para llegar al corazón del barrio Refinerías, en cuyas inmediaciones serán pronta realidad el Centro de Recreación Urbana-Parque Scalabrini Ortíz.

Sólo restaría tratar la costa que sirve de asiento a antiguas instalaciones fabriles, a Aguas Argentinas y al Club Náutico Avellaneda y sus adyacencias, para alcanzar al estadio de Rosario Central y continuar por el Paseo Ribereño, clubes e instalaciones abiertas a la costa junto a la realidad de Alberdi, arribando al cruce con avenida Puccio y comienzo de la zona de playas, restaurantes y sitios nocturnos, el histórico balneario La Florida y culminar con el Paseo del Caminante y el Complejo Turístico Costa Alta. A ello habrá que sumar en el futuro cercano el conjunto pensado para las adyacencias del Puente Rosario-Victoria, que en su salto fluvial concreta la unión con las islas y la provincia de Entre Ríos.

Hemos realizado un recorrido que cubre aproximadamente unos doce kilómetros de costa sobre el Paraná, trayecto que casi en su totalidad y con breves momentos de apertura, se interpuso entre la ciudad y el río.

Fueron muchísimos años de divorcio entre la gente y el signo geográfico más importante de nuestra urbe y la región. Con la cultura y la recreación ciudadana ausentes en esta orilla, sus espacios estuvieron ocupados por instalaciones portuarias, playas de ferrocarril, fábricas, depósitos y otros que debieron cumplir en su momento con servicios indispensables, pero que continuaron por un prolongado período birlando la visión del impresionante y vecino paisaje que pertenece a todos.

Gracias al momento histórico en que la visión de un futuro promisorio iluminó el horizonte, fue posible avisorar las oportunidades cuando esta línea demarcatoria de la costa hizo oir su voz y posibilidades, hasta llegar a este presente de orgullo ciudadano generalizador y dispuesto a continuar hacia adelante, consciente de lo que se ha conseguido y convencido de que aún falta mucho más por realizar.

Este es el latido motorizador de una marcha promisoria a que hacíamos referencia en la entrega anterior y cuyo más eficaz mensaje es aquel que nos dice que en toda oportunidad, si se quiere, se pueden alcanzar los sueños colectivos y hacer realidad las transformaciones que el sendero hacia el futuro aconseje.

Así, habremos llegado a la expresión de una ciudad madura, inteligente y dueña de la autoestima necesaria para afianzar el encuentro con un mañana promisorio, urbanamente valorizado y comprendido. No es más que lo que la ciudad merece recibir de parte de sus hijos y de todos aquellos que la han elegido como su hogar mayor.

(*)Arquitecto / [email protected]

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En la costa céntrica se recuperaron espacios verdes y galpones para uso público.

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