| domingo, 22 de agosto de 2004 | Lecturas. Para una revisión de la Segunda Guerra Un camino entre las ruinas abandonadas de la historia La editorial Anagrama ha tomado, en la publicación de la última obra de Sebald que aparece en castellano, dos decisiones paratextuales cuanto menos comentables. Por un lado, un título diferente del original ("Luftkrieg und Literatur"), pero que coincide con el ya difundido en inglés ("On the Natural History of Destruction"); por el otro, y en relación directa, la inclusión del volumen en "Panorama de narrativas", es decir, en una colección cuyo catálogo es mayoritariamente de ficción. No sé si sendas decisiones responden a una voluntad comercial o a una búsqueda de sintonía con la poética sebaldiana, siempre a caballo, como es sabido, entre la narrativa y el ensayo. En cualquier caso, me parece lícito manifestar mis dudas sobre dos puntos que afectan a la recepción del autor de "Los emigrados" en nuestra lengua. Porque el libro que nos ocupa es un libro exclusivamente de ensayo histórico y literario, aunque sus estrategias discursivas (uso de fotografías, resúmenes de biografías excéntricas, relato en primera persona con alusiones a recuerdos personales) coincidan con las utilizadas en sus libros de ficción.
Ya que nuestro autor ha sido ampliamente leído y reseñado en España e Hispanoamérica, no se debería insistir en lo que ya se ha dicho sobre él, sino preguntarse qué hay de nuevo en "Sobre la historia natural de la destrucción". Y lo que en primer lugar debe destacarse de las novedades es precisamente la que legitima que acabe de separar genéricamente el ensayo y la ficción en la obra de Sebald. Porque el aspecto de su trabajo que más se ha venido destacando ha sido su heterodoxa forma de conjugar los géneros, que hallamos en títulos como "Los anillos de Saturno" (No debe olvidarse, a este respecto, que su singladura empezó en 1988 con la narración en verso de "Nach der Natur"). Pues bien, en "Sobre la historia..." encontramos lo que se podría llamar una colección de fragmentos de la poética de Sebald, en paralelo al desarrollo de la tesis que defendió en la conferencia de Zurich de 1997. Según ésta, el hecho de que los escritores, después de 1945, omitieran la devastación de Alemania causada por los bombardeos aéreos, supuso el primer peldaño hacia una liquidación de la historia, hacia un olvido colectivo cuyas consecuencias aún hoy se observan.
Cuando habla de los autores que lo precedieron en la tradición germánica, Sebald está en verdad insinuando algunas premisas de su propio programa artístico. Y éste, como se desprende de una lectura atenta de "Sobre la historia...", no legitima la ficción cuando es el ensayo lo que se está cultivando. Mucho se ha citado en las reseñas hispánicas de Sebald su deuda con Borges. Aunque es cierta esa influencia, cabe recordar que en el Corán aparecen camellos, mal que le pese a la -etimológicamente- brillante afirmación del escritor argentino. Sebald, para entendernos, no subordina la verdad contrastable al brillo de la retórica. Porque persigue la verdad: "El ideal de lo verdadero, decidido en su objetividad al menos durante largos trechos totalmente carente de pretensiones, se muestra, ante la destrucción total, como el único motivo legítimo para proseguir la labor literaria. A la inversa, la fabricación de efectos estéticos o pseudoestéticos con las ruinas de un mundo aniquilado es un proceso en que la literatura pierde su justificación". 'se es su mundo, heredado en la infancia. Y ése es su proyecto literario: la persecución de una prosa sólidamente apoyada en pilares estéticos y éticos a un tiempo.
Como Paul Celan, Sebald utiliza la ironía, que permite "la distancia indispensable para todo conocimiento". El parentesco con ese poeta jamás citado en las páginas sebaldianas también se puede defender en el intento común de explorar los límites del lenguaje y de su capacidad de figuración y de evocación, con la conciencia de que "si algo se encuentra en el origen de los inconmensurables sufrimientos que los alemanes hemos causado al mundo es un lenguaje así, difundido por ignorancia y resentimiento".
Aunque no explicite los presupuestos teóricos desde los que enuncia su discurso, de éste se desprende que Sebald no discrimina entre vida y obra individuales e historia colectiva. Ambos devenires se entremezclan, y ese mestizaje y sus implicaciones y responsabilidades se pueden rastrear en la producción del artista. Su examen de la trayectoria del escritor Alfred Andersch integra análisis de aspectos biográficos, comentario de textos literarios y personales y contextualización histórica. Sólo mediante la bio-bibliografía puede ser cuestionada la tradición cultural, con sus azarosos procedimientos de canonización. Así lo entiende el autor de "Austerlitz" e interroga a la literatura en alemán sobre su cánon y sobre sus omisiones. Sobre ambos aplica una dinámica, observable en sus libros de ficción, de demolición/reconstrucción. Demolición de tópicos, de ideas recibidas y de mentiras (las largas conversaciones a la zaga de la verdad y los múltiples incendios de sus novelas). Construcción de un sendero alternativo, condenado a la minoría de algunos lectores y literatos francotiradores.
El tema de "Sobre la historia...", no obstante, no es ninguno de los mencionados. Cuando Sebald cita una carta de Churchill a Lord Beaverbrook en que se habla de la necesidad de un "ataque exterminador" o demuestra que al frente del Bomber Command estaba un individuo, Sir Arthur Harris, que creía en la destrucción por la destrucción, está defendiendo una visión sobre el horror de la segunda guerra mundial que trasciende las interpretaciones al uso. Inteligentemente, no le resta al pueblo alemán ni un ápice de su responsabilidad, pero pone de manifiesto la responsabilidad occidental en la producción del contexto ideológico y técnico que permitió las masacres de la guerra. Todas ellas. Aunque el exterminio de judíos, homosexuales, gitanos, etc. en las cámaras de gas suponga el mayor acto de barbarie sistematizada de la historia de la humanidad, no se deben olvidar todos los demás hechos históricos que perseguían la destrucción. Entre ellos, sobre todo, los bombardeos aliados, que incluyeron Hiroshima. Los estudios de Enzo Traverso o libros como "IBM y el Holocausto" o Daniel Golhagen no persiguen relativizar la importancia del genocidio germano, sino iluminar con razonamientos y datos qué ocurrió en Occidente para que llegáramos a donde llegamos. Debemos tratar de entender el infierno. Porque está en nosotros. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Principio del fin. Adolf Hitler contemplando los efectos de un bombardeo aliado en Alemania. | | |