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 domingo, 22 de agosto de 2004

Final feliz para la desaparición de una menor

Durante una semana la policía de Rosario buscó infructuosamente a Joana Paola Lamberti, una chica de 15 años que el domingo pasado había huido de su casa. Esa búsqueda llegó a buen fin la tarde de ayer cuando la menor fue hallada en una casa de la zona oeste de la ciudad en la cual había buscado refugio bajo un falso pretexto: que sus padres la habían abandonado. "Afortunadamente todo fue una chiquilinada. La nena está muy bien de salud física y psíquica", confiaron ayer voceros policiales.

El domingo 15 Joana se perdió de la vista de sus padres mientras los tres hacían compras en un hipermercado de bulevar Oroño al 6000. Desde entonces fue infructuosa la búsqueda de la familia Lamberti para dar con la chica, por lo que denunciaron su desaparición en la seccional 21ª y en la sección Seguridad Personal de la Unidad Regional II de policía.

Así se montó un operativo de búsqueda que incluyó la distribución de la foto de la menor a través de los medios de comunicación. Y fue precisamente ese retrato el que permitió a vecinos de la zona oeste de la ciudad dar aviso ayer a la comisaría 32ª de que Joana estaba viviendo desde el pasado lunes en la casa de una familia de ese barrio.

"Fue una chiquilinada", contó ayer Mariel Arévalo, titular del Centro de Atención a la Víctima de Delitos Sexuales, a donde Joana fue trasladada por los agentes que la localizaron. Y rápidamente la oficial se encargó de aclarar que fue ella quien la interrogó "por una cuestión de contención y no por que la chica haya sido abusada. Está perfectamente bien de salud y debe descartarse toda vinculación delictiva con el episodio".

Tras interrogar a Joana y mantener un diálogo con sus padres, Arévalo dijo a La Capital que "la menor el domingo que desapareció anduvo deambulando por distintos lugares, algunos que no recuerda e incluso fue hasta la casa de una amiga a la que no encontró. Pasó la noche dando vuelta por varios lugares hasta que tomó un colectivo sin saber bien hacia donde iba y terminó en la zona oeste de la ciudad. Allí buscó refugio en una casa de familia mintiendo, quizás su peor delito. Dijo que sus padres la habían abandonado y que estaba sola".

En esa casa la joven, que estudia en la Escuela Normal número 3 y nunca tuvo conductas que hicieran pensar que podría ausentarse de su casa, pasó toda la semana contenida por un matrimonio que recién se dio cuenta de lo sucedido cuando vio la foto de Joana en los medios.

Lo más asombroso del hecho, para Arévalo, es que "de la charla que se mantuvo con la menor y sus padres no surgen indicios de conflictos familiares. Realmente han demostrado una óptima relación de unión y afecto".

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