| domingo, 22 de agosto de 2004 | cartas Sacco y Vanzetti En agosto de 1927 un asesinato conmovió a la humanidad toda. En diversas ciudades del mundo, miles de personas de las más variadas ideologías y creencias expresaba su protesta contra un crimen de Estado. En la silla eléctrica aniquilaron la vida de Sacco y Vanzetti, un artesano fabricante de zapatos y un vendedor ambulante de pescado, dos hombres íntegros de firmes convicciones socialistas libertarias. La conciencia universal acerca de la inocencia de estas víctimas de la pena de muerte fue el móvil principal de estas manifestaciones. Los funcionarios norteamericanos inflamados de fanatismo desoyeron todas las voces y su necedad terminó con dos vidas humanas. Un proceso judicial a las claras iregular, testimonios inducidos en base a los más bajos sentimientos, la xenofobia y el racismo. El odio de clase explícito contra dos inmigrantes italianos, obreros, anarquistas y renuentes a participar en las guerras. Nicolás Sacco y Bartolomeo Vanzetti son aun hoy símbolos de la lucha por la libertad de los pueblos, la justicia social y el fin de la opresión a los pueblos. Décadas más tarde, en el propio territorio de EEUU, el gobernador demócrata de Massachussets, Michael Dukakis, reconoció publicamente la inocencia de los trabajadores libertarios. La memoria colectiva recuerda las últimas líneas de una carta de Vanzzetti cuando escribía: "La sangre de los mártires es la semilla de la libertad".
Carlos A. Solero
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