| domingo, 15 de agosto de 2004 | Territorios La calesita que no deja de girar Desde hace 65 años, en Pellegrini y Pueyrredon, un parque de juegos entretiene a los chicos rosarinos. Declarado patrimonio historico, hoy trata de conservar su esencia Mario Candioti / La Capital ¿Cuándo dejamos de ser chicos? ¿Cuando el parque nos quedó grande por asumir el papel de adultos? Entonces fue el tiempo en que la vieja calesita, los añejos enormes aviones de madera y la locomotora del trencito se quedaron solas. O quizás se refugiaron en el metro diez de nuestros hijos, que los rescatan del olvido a pesar del inexorable paso del tiempo.
Pellegrini y Pueyrredón. El parque Independencia se muestra a la vera del cemento soportando estoicamente el avance de la modernidad. El contraste entre lo artesanal y lo "último" se nota. Pero la mayoría de edad al parque le llegó hace mucho. Y con un documento de identidad de finales de la década del 30, asoma indiferente para muchos y curioso para otros. Y en el medio, historias de niños que dejaron su recuerdo. De padres que luego fueron, de abuelos que hoy lo son.
Es el parque más antiguo de Rosario y aún hoy resiste el paso del tiempo. Su creador, Carlos Alberto De Gregorio, con 90 años recién cumplidos que no se notan, sigue allí. "Mi padre, Antonio De Gregorio, era ebanista. Trabajaba para mueblerías grandes de acá de Rosario. Y yo fui de aprendiz de tallista, los que hacen las tallas de los muebles. Después pasé a hacer esculturas, siempre supervisado por mi padre y por el maestro Eugenio Fornells", rememora.
El origen de la historia permanece intacto en la memoria de De Gregorio. "En una ocasión -dice- me comentan que había un señor que tenía una calesita y quería arreglar unos caballos. Yo tenía 17 años. Esos caballos eran de un parque japonés que había aquí en Rosario y que estaba en la zona de Puente Gallegos. Ese parque había cerrado porque el dueño se había fundido. Entonces había tiradas por allí un montón de partes del carrousel, como los caballos, los cigüeñales. Una vez que arreglamos los caballos surgió la idea de terminar de armar una calesita. El dueño me dijo que quería ponerle algunas figuras nuevas y entonces construimos unos chanchitos, un chivo, un león".
El arreglo de aquel abandonado carrousel derivó luego en una idea renovadora. "Fue entonces cuando mi padre tira la idea de hacer un nuevo carrousel, que sería el primero construido en el país. Antes las figuras de las calesitas se fijaban a un palo de lapacho, mientras que nosotros incorporamos una columna de hierro. Intentamos llevar a Buenos Aires el primer carrousel que hicimos, pero no nos dieron bolilla. ¿Por qué Buenos Aires y no acá? Porque allá hay más vida que acá. Son cinco Rosario por lo menos. No lo instalamos, pero eso que podría llamarse mala suerte terminó siendo suerte. Porque por esa negativa nos terminamos instalando acá", evoca sin dudas Carlos padre, mientras su hijo escucha atentamente cada detalle de una historia que conoce de memoria.
El relato continúa, lento pero sin pausa. "El carrousel lo inauguramos dentro del predio de la Sociedad Rural. Habían hecho como un parque de diversiones. Eso fue hace aproximadamente 65 años. Después hicimos gestiones ante la Municipalidad para trasladarnos al parque Norte. El entonces intendente Culaciatti fue el mentor de ese parque. Y él pidió la instalación de una calesita. Pero nadie aparecía. Y por gestiones del entonces concejal Francisco Scarabino -cuyos parientes eran fabricantes de muebles- logramos instalarnos. "Es un orgullo para Rosario tener un carrousel", dijo Scarabino entonces, rememora De Gregorio, resaltando que lo novedoso era que el divertimento era el primero fabricado en Rosario.
"Muy pocos se daban cuenta de lo que eso significaba. Porque carrousel habían llegado a la ciudad, pero eran norteamericanos. Eso fue en el año 37 y ya en el 38 nos instalamos en el Parque Norte. Allí estuvimos un año y medio y después pedimos trasladarnos al Parque Independencia. Y allí nos quedamos hasta ahora", resume el viejo tallista.
"El parque comenzó a funcionar en 1939. Y como me fue bien se me ocurrió poner un trencito y un avión, que son los que actualmente están. En esa época no había parques mecánicos en Rosario. Solían venir el Coney Island o alguna otra compañía por uno o dos meses, pero nada más. Por eso puedo decir que el nuestro fue el primer parque que quedó fijo que tuvo la ciudad. El International Park vino varios años después. Cuando empezamos nosotros tuvimos una gran respuesta de la gente. Venía gente de todo tipo, empleados, abogados, médicos, jueces, políticos. Todos traían a sus hijos aquí. Y siempre con el mismo nombre: Parque Independencia", avanza De Gregorio en la historia.
"Los aviones los fabricamos todos acá, igual que el trencito. Los modelos los copiábamos de distintas revistas o diarios. Los aviones los incorporamos en el 50 y el trencito igual. No había otra cosa en Rosario". Todo esto sería otra parte de la historia de no ser porque el carrousel del parque, más allá de haber sido construido por las manos de los De Gregorio, fue declarado Patrimonio Histórico de la ciudad en 1999.
Carlos De Gregorio hijo cuanta otra historia, más ligada a la intimidad familiar. "Mi papá conoció a mi mamá -Carmen Ayala- aquí en el parque. Ella trabajaba para una familia y un día ella llegó, mi padre estaba en la boletería, se pusieron a hablar y bueno... Así empezó la otra historia de la familia".
CON NOSTALGIA "Rosario era distinta. Usted podía salir a cualquier hora de la noche que nadie lo molestaba -se queja De Gregorio-. La familia podía disfrutar sin tener que pensar en la seguridad de los suyos. La educación era distinta, y eso se notaba mucho en los chicos. Y ahí voy a volver a atrás con el Parque Norte. Ese predio era un jardín. No se podía andar en bicicleta por el césped, se respetaban las normas de urbanidad. Y cuando vinimos acá al Independencia era igual. Había más celo por la conservación del espacio verde. Y hoy todo esto se ha convertido en un potrero, en una vergüenza".
"Sin ninguna duda, todo tiempo pasado fue mejor", recurre De Gregorio a la trillada pero nunca mejor empleada frase, según su forma de ver. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Carlos De Gregorio alimenta el orgullo familiar. | | |