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 domingo, 25 de julio de 2004

El clan Puccio: secuestros y sentencias de muerte

El que daba las órdenes era el contador Arquímides Puccio. Dos de sus hijos, Alejandro y Daniel Puccio, ayudaban cuando era necesario, pero los que hacían el trabajo pesado se llamaban Guillermo Fernández Laborda y Roberto Oscar Díaz. Un militar retirado, el teniente coronel Rodolfo Franco, hacía de asesor. El grupo conformó el clan Puccio, un sinónimo del horror en los años 80.

Para los Puccio el secuestro implicaba el asesinato. Las víctimas fueron personas a las que conocían, por lo que se suponía que debían matarlas, para no ser delatados. El método para abordar a la víctima consistía en fingir un encuentro casual en la calle, para luego conducirla a la casa de los Puccio, una mansión de Martín y Omar al 500, en San Isidro.

El 22 de julio de 1982 dieron el primer golpe, cuando secuestraron a Ricardo Manoukian, de 24 años, hijo de los dueños de una cadena de supermercados. Manoukian estuvo atado durante nueve días en una bañera; la familia pagó 250 mil dólares, pero los Puccio lo asesinaron apenas cobraron el rescate.

Un nuevo cómplice, Gustavo Contepomi, entregó a la víctima siguiente: el ingeniero Eduardo Luis Aulet, de 24 años. Aulet fue secuestrado el 5 de mayo de 1983 y asesinado al día siguiente. Los Puccio cobraron el rescate y enterraron el cuerpo en un descampado de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires.

Emilio Naum, dueño de una sastrería, intentó resistir su secuestro, el 22 de junio de 1984. No sobrevivió para contarlo: Fernández Laborda lo asesinó de un disparo en la nuca. El 24 de julio del año siguiente, los Puccio concretaron su último secuestro, el de Nélida Bollini de Prado, empresaria de servicios fúnebres, de 58 años. La mujer permaneció enclaustrada en el sótano de los Puccio durante 32 días. Los familiares negociaron el pago del rescate en conversaciones telefónicas que eran escuchadas por la policía.

En la noche del 23 de agosto de 1985 se comprobó que los secuestradores llamaban desde el teléfono de una estación de servicios del barrio de Flores. Allí fueron sorprendidos Arquímedes Puccio, su hijo Daniel Puccio y Fernández Laborda. La policía rescató luego a Nélida Bollini. La detención de Alejandro Puccio, en la casa de San Isidro, provocó impacto, ya que era conocido como jugador de rugby del Club Atlético de San Isidro y del seleccionado Los Pumas.

El clan Puccio habría tenido además vinculación con el secuestro del ingeniero agrónomo Ricardo Lanusse, sobrino del ex presidente Alejandro Lanusse, quien desapareció el 7 de enero de 1985, tras hacer subir a su auto a un policía que hacía dedo. Estuvo nueve días encerrado en un sótano que podría haber sido el de la casona de los Puccio.

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