| miércoles, 21 de julio de 2004 | | [email protected]
-Walter Herrmann, uno de los integrantes más reconocidos de la selección nacional de básquetbol, perdió a su padre el fin de semana mientras era premiado como el mejor jugador del torneo sudamericano. Víctima de un infarto cardíaco, el papá del jugador murió el mismo día que se cumplía un año de la gran tragedia que debieron soportar padre e hijo: la muerte de su madre, de su hermana y de su novia en un accidente. Una fatalidad sin concesiones, sin piedad que dejó seguramente huellas profundas, heridas abiertas que sólo el tiempo y otras cosas podrán restaurar.
-En un año perder a toda una familia. Una desgracia de magnitud insuperable, un dolor que llega hasta el propio centro de la esencia humana.
-Sin embargo, Herrmann decidió aceptar la convocatoria del director técnico del equipo argentino y participará de los juegos olímpicos que se desarrollarán en Atenas a partir del 13 de agosto. Y esto nos demuestra que la capacidad de recuperación del hombre, la fuerza espiritual que puede alcanzar es sino infinita al menos inconmensurable.
-Y la actitud del deportista, quien como usted dice debe tener huellas muy profundas que sólo el tiempo podrá de alguna manera restaurar, se convierte en un paradigma de la actitud frente al dolor. Ese dolor del hombre del que tantas veces hablamos aquí.
-Sí. Hace un año Herrmann podría haberlo abandonado todo, sentir que ya pocas cosas tenían sentido en su vida, como no fuera su hermana Jorgelina, su pequeño hijo y su papá. Precisamente unos días atrás había dicho lo siguiente a propósito de aquel momento tan amargo de su vida: "Le debo mucho a Jorgelina. Es mucho más madura de lo que indicarían sus 27 años. Quiero mirar para adelante y olvidarme del pasado. Tuve dos meses críticos, pero el tiempo ayuda y también me apoyó la gente en Málaga. En Venado Tuerto tengo a mi papá y a mi hijo Federico de 5 años, quien en sus vacaciones viene conmigo a España. Y también un buen grupo de amigos". Ensañado y de manera impiadosa, a las pocas horas de que el muchacho recordara a uno de los pocos seres queridos que le quedaban, el destino se lo arrebató. Pero también de manera paradigmática este espíritu valiente y tenaz que tiene el jugador no permite ser quebrado y decide participar en los juegos olímpicos. Ejecuta lo mismo que ha dicho unas horas antes de la muerte de su padre: "Quiero mirar para adelante".
-¿Cómo es posible tanta energía para sobrellevar pérdidas, muertes tan significativas?
-La respuesta a esa pregunta, Inocencio, demandaría el escrito de múltiples tratados en los que no estarían ausentes el tratamiento de temas psicológicos, biológicos, filosóficos y religiosos. Sin embargo creo que una de las cuestiones que determina la perseverancia en la defensa de la integridad ante la muerte de un ser querido es conocer y aceptar que hay un rol trascendente que uno debe cumplir en la vida y que no puede abdicar de él sin vulnerar al propio ser que ha partido. Es decir, todos los actos buenos que Herrmann pueda cumplir de aquí en más, desde encestar un balón hasta amar a su prójimo, lo hará consciente o inconscientemente, entre otras cosas, como homenaje a sus padres, a su hermana, a su novia y será una forma de honrarlos y de honrar la existencia. Yo sostengo que algunos papás, por ejemplo que aun con aflicciones y como pueden se incorporan luego de la pérdida de un hijo, en alguna recóndita parte de su ser se formulan, a veces inconscientemente, esta pregunta: ¿Qué reclama mi hijo de mí? ¿Qué me pide desde su ausencia? Y es en esta respuesta donde se encuentra toda la energía para sobrellevar la angustia y para dar a la vida ese sentido que en un primer instante parece haberse perdido. Porque, a no dudarlo Inocencio, todos aquellos que parten nos envían siempre un mensaje claro y contundente: "No te caigas. Por amor de mí y de la vida, no te caigas". Y este es un mensaje que contiene otro aun de mayor sublimidad: El ser humano tiene una tarea que cumplir y no puede permitir su devastación sin haberla llevado a cabo, porque entonces no sólo su propia vida habrá carecido de sentido, sino que la muerte del ser amado habrá sido, en ciert o modo, en vano.
Candi II | | | | "La Justicia está trabajando al límite" Roberto Falistocco Presidente de la Corte Suprema provincial | Ver noticia | | |