| sábado, 17 de julio de 2004 | Las horas de asedio que vivieron los empleados Los incidentes fuera del edificio obligaron a suspender el debate y mantuvieron cautivos durante seis horas a legisladores y empleados. En el interior del edificio un policía recibió heridas graves en la cabeza y cinco empleados de seguridad sufrieron lesiones, dos de ellos con fracturas en los miembros superiores.
Hasta anoche no se habían evaluado los daños, que incluyeron hasta un principio de incendio que afectó a numerosas dependencias, particularmente los sectores de Taquígrafos y áreas de Mantenimiento.
Los responsables de seguridad se desplegaron en los distintos pasillos, mientras las autoridades hicieron ingresar a policías.
Ante los primeros golpes con caños y columnas arrancadas y los pedazos de baldosas y adoquines que lanzaban los manifestantes, la tensión y el temor invadió a los empleados de todos los pisos. El personal de los despachos y dependencias, entonces, fue llevado en prevención a la primera planta y ocuparon los amplios salones de actos.
Los diputados, en tanto, deambulaban por el edificio y miraban los hechos por la televisión de la Sala de Periodistas. Con el paso de las horas, se hizo patente el interrogante sobre la ausencia policial en los alrededores.
Algunas mangueras de incendio que se utilizaron para intentar alejar a los violentos manifestantes de las puertas ya destrozadas se pincharon e inundaron los pasillos de la planta baja, donde el agua llegó hasta el umbral del despacho del vicepresidente del Cuerpo, Santiago de Estrada. A esa altura, cuando arreciaban los piedrazos, algunos lanzados con hondas, el personal de seguridad y la policía que estaba dentro de la Legislatura seguían los movimientos de la calle para evitar que los incidentes afectaran el interior del edificio.
Travestis, los más virulentos Los grupos de agresores, entre los que se destacaban los travestis, tanto por su aspecto como por su virulencia, destruyeron en un momento el portón de la esquina de Hipólito Yrigoyen, dañaron el automóvil de De Estrada y el empleado de seguridad Héctor González sufrió serias heridas en su ojo izquierdo por esquirlas de una bomba de estruendo.
El sargento primero Juan Tisseira recibió dos pedradas que le abrieron un profundo tajo en la frente y otro en el cuero cabelludo, por lo que fue internado en el hospital Churruca.
A esa altura, los gases lacrimógenos lanzados por policías para poner en retirada a los atacantes hacían llorar a los cientos de empleados, quienes terminaron agolpados en la pérgola de la cuarta planta, al aire libre. En tanto, algunos empleados pudieron evitar que un cóctel molotov incendiara el subsuelo, donde funciona la enorme Hemeroteca porteña, tercera en importancia en Argentina. enviar nota por e-mail | | |