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 sábado, 17 de julio de 2004

Controlan a 900 conductores por semana

El subdirector general de Tránsito municipal, Gustavo Peirano, remarcó ayer que los controles de alcoholemia se realizan "ininterrumpidamente y desde hace años, de jueves a sábados, de 0 a 7". Unos 900 conductores son chequeados cada fin de semana y un 10 por ciento de esos vehículos son incautados cada vez, porque quienes van al volante superan el límite permitido de alcohol en sangre: 500 miligramos por litro.

En los controles surgen otras causas que obligan a los agentes de tránsito a labrar multas y remitir los coches de los infractores al corralón de Moreno y 27 de Febrero. Entre ellas, el vencimiento de la tarjeta verde o del registro de conductor, tener el vehículo en malas condiciones y conducir sin seguro.

Las noches de operativo, cada una de las tres patrullas de control de alcoholemia del municipio debe revisar unos 100 autos en distintas zonas de la ciudad en que se concentra mayor flujo de tránsito nocturno. El mapa cambia según la hora y la temporada: por eso se los ve merodeando las zonas cercanas a los boliches o, en verano, en el norte de la ciudad, cerca del río.

Unas 25 personas integran cada patrulla. Un jefe, dos agentes motorizados, dos inspectores de a pie (infantes), los conductores de las dos grúas y dos policías. Todos actúan bajo el ejido de un supervisor y son responsables de cada uno de los tres alcoholímetros del municipio: unos aparatitos electrónicos, con boquillas esterilizadas e intercambiables, que se cotizan en el mercado a 1.800 dólares.

Según adelantó Peirano, la idea es sumar un médico a las patrullas. Porque dice que en caso de que el conductor se niegue a realizar el control de alcoholemia los agentes pueden remitirle igualmente el auto al corralón.

Un artículo de la normativa que reglamenta los casos de alcoholemia habilita a los agentes municipales a tener la presunción de que la persona está ebria, aunque no se haga el test y, por lo tanto, a incautarle el vehículo. "Hay casos de ebriedad muy evidentes, pero cuando la cosa no es así y la persona se resiste a hacerse el test, es muy importante que un médico analice clínicamente el caso", dijo Peirano.

Para el funcionario, la resistencia a hacerse la evaluación es "lamentablemente una actitud por demás de común" en una primera instancia, por eso es deber de los agentes persuadir al conductor. Otro dato que resulta de los controles es que, en proporción, los varones representan el mayor porcentaje de conductores en estado de ebriedad y que esa es la causa que motiva el número más alto de accidentes graves.

"A nosotros nos sorprenden los casos en que el alcoholímetro registra 270 miligramos de alcohol en sangre, imaginen cuál es el estado de percepción y reacción de una persona que tiene más de 3 mil", dijo en alusión al caso que protagonizó ayer Fernando Pínola (ver aparte).

Peirano aclaró que lo mínimo permitido de alcohol en sangre varía según qué vehículo se esté conduciendo. "Si es un motociclista, el mínimo permitido es de 200 miligramos -explicó- y si es un chofer de servicio público directamente debe olvidarse de beber: allí la tolerancia es cero".

Otros casos recurrentes durante los controles de alcoholemia son los de los conductores que se niegan a que les remitan el auto al corralón. "Si decide encerrarse dentro del vehículo, el personal municipal debe buscar dos testigos que den fe de que la persona se niega a que se le incaute el coche. Luego, con la grúa, se llevan juntos a la persona y al auto, a la policía", aclaró Peirano.

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