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 domingo, 04 de julio de 2004

En ruinas. Radiografía de diez edificios donde se atiende al ciudadano en condiciones calamitosas
Imperan la desidia y el abandono en las oficinas públicas de la provincia
Los techos se caen por la humedad, los pisos se hunden, falta higiene y el mobiliario es obsoleto

Carla Rizzotto y Laura Vilche / La Capital

En vez de picaporte hay un alambre, en lugar de cestos se ven potes plásticos de helado, en los pisos faltan baldosas y pinoteas (cuando no se hunden) y la humedad de los techos se tapa con telgopor. Desidia, abandono y una estética berreta. Ese es el denominador común de las oficinas públicas de la provincia en Rosario. La Capital recorrió diez dependencias y comprobó que allí impera un panorama casi de posguerra. Si a los edificios derruidos se les agrega una atención lenta y burocrática, se entiende fácilmente por qué el ciudadano ya no espera nada del Estado. "Típica oficina pública", se escucha comúnmente entre la gente, que ya ni se indigna frente a este triste paisaje que reconoció ante La Capital la propia vicegobernadora y arquitecta, María Eugenia Bielsa. "La provincia tiene que modernizar sus lugares de atención porque no son amigables para los ciudadanos", admitió (ver página 4).

En rigor, hay reparticiones oficiales que están mejor que otras, una observación que pertenece a la especialista en gestión pública de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Patricia Neri, quien sostiene que "las de la Municipalidad son más dignas que las de la provincia y no hay que ser socialista para darse cuenta de ello" (ver recuadro).

Entre los edificios patéticos del gobierno santafesino se encuentran sin dudas el de la Gobernación (ex Jefatura, de Santa Fe 1950), el Ministerio de Salud (Rioja 827), el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio (Mendoza 1085) y los registros civiles, de Juan Manuel de Rosas 847 y Salta 2752.

A pocos metros del despacho donde se sienta el gobernador Jorge Obeid hay decenas de espacios vacíos, sucios, húmedos, sin vidrios y hasta con un nauseabundo olor a baño. Ya en el frente del inmueble construido en 1916 se ven los helechos que salen de las paredes. El edificio se levanta en tres pisos alrededor de un patio central donde aún están los despojos de la ex alcaidía. En cada planta hay oficinas en actividad (en el primer piso se ubicó lo que quedó del Museo de Ciencias Naturales Angel Gallardo luego del incendio que sufrió el 1º de julio de 2003).

Entre el decorado se ven muebles abandonados en el medio de los pasillos, el cajón de un escritorio que hace las veces de recipiente de una gotera, y una caja de electricidad con cables sueltos y llenos de tela araña. No obstante hay una buena noticia: la semana que viene estaría previsto el comienzo de los trabajos de remodelación del edificio. Las primeras refacciones se harán sobre la fachada de la entrada, por calle Santa Fe.

En la delegación del Ministerio de Salud no es menor el grado de desidia. Tal vez un chico se asuste menos en el tren fantasma del parque Independencia que en el hall central de ese edificio que por décadas perteneció al ex Banco Hipotecario Nacional y fue inaugurado en 1916. Un baño se usa como archivo y un vallado previene sobre la inminente caída del techo. "Está todo podrido, en cualquier momento se nos viene un compañero del primer piso encima", comenta una empleada.

Luz tenue y sillones de cuerina en todas sus gamas: parece la escenografía de una película de Porcel y Olmedo, pero se trata de la estética de los seis pisos del edificio ubicado sobre la sala Lavardén y en el que conviven varias reparticiones provinciales. El dato es menor frente a la decadencia que muestran las oficinas.

En el sexto piso, no funcionan las estufas y la mampostería de los techos se cae sobre los escritorios. Tres pisos más abajo, todo un detalle: un bebedero viejo y sucio recibe a la salida del ascensor rebalsando de puchos. Y por todos los pasillos hay sillas y sillones sin respaldos o con la goma espuma a la vista.


Valor arquitectónico
Si algo agrava la deplorable situación de estos inmuebles de la provincia es que varios de ellos tienen un alto valor histórico y arquitectónico. Así lo asegura el delegado en Rosario de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, Eduardo Sproviero. "El que alberga a la Dirección Provincial de la Vivienda (Santa Fe 1145), es interesantísimo, se conservan hoy muy pocos en su tipo. Y su deterioro, por suerte, es reversible, más que dinero, para repararlo se necesita tener criterio", remarca el arquitecto.

Este edificio perteneció al Correo hasta el 69. Tiene un patio central y una escalera de hierro enfrentada al ingreso a la que le falta pintura desde hace tiempo. En las oficinas predomina el mobiliario antiguo, los frascos con potus y las cajas de plástico celeste que funcionan como archivos.

En ese lugar, el baño es el mejor símbolo del descuido. Se ubica junto a un patio atiborrado de escombros y bolsas de basura, en las piletas faltan canillas e higiene, y los inodoros pierden.

Las dependencias del Registro Civil también dejan bastante que desear. En el de calle Salta 2752 hay una sala de espera casi pelada y fría, con unos pocos bancos, cuatro ventiladores de techo en estado calamitoso y un fluorescente que titila creando un clima de boite. Los cielos rasos están húmedos, en un patio posterior está el baño, completamente hediondo, y una escalera caracol que lleva a un primer piso y una terraza literalmente en ruinas.

En el Registro Civil de calle Juan Manuel de Rosas reina la dejadez. Las puertas de estilo, pintadas en una oportunidad de color cremita, hoy están grises de mugre, los bancos en los que deben esperar los novios para casarse están rotos y escritos; y el vitraux del techo, emparchado.

"Los parches en estos edificios son un típico ejemplo de las malas intervenciones arquitectónicas que han padecido. Esto provoca tanto deterioro como la humedad o el paso del tiempo, son un catálogo del horror", sostiene Sproviero. El profesional está convencido de que no todos los edificios viejos merecen ser conservados, pero remarca: "Si el Estado provincial tiene valiosos inmuebles, como el de la actual Defensoría del Pueblo (pasaje Alvarez 1516), es razonable que se mantengan en un estado digno de conservación".

Tres inmuebles más modernos, y coincidentemente en mejor estado, completan la decena relevada por este diario. El de la Administración Provincial de Impuestos (API), ubicado en Tucumán 1853; el Registro de la Propiedad, de Urquiza 1172; y la delegación local del Ministerio de Educación, en Alem y Gaboto.

La API es un gran galpón donde todos los trámites están a la vista. Las paredes son de un salmón descascarado y sobre ellas se actualizan cada tanto carteles hechos a mano, pegoteados unos sobre otros.

Lo peor del Registro de la Propiedad es su fachada, las persianas de hierro están prácticamente bajas y tan sucias como sus vidrios. Pero por dentro, el ambiente no es desagradable.

Y el Ministerio de Educación, el edificio, que supo ser la sede del instituto de enseñanza media que funcionaba en la Biblioteca Vigil en los 60, está recién pintado. Claro que por dentro, parece más bien un depósito de mercaderías.

La descripción podría ser más extensa, pero alcanza para dar cuenta de una de las tantas caras del Estado provincial y de una deuda, que como reconoce Bielsa, sigue en pie con estos inmuebles que pertenecen a todos los ciudadanos.



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El hall de la sede local del Ministerio de Salud es un destrozo.

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