| domingo, 27 de junio de 2004 | El que mal anda... Newell's cerró con un empate un torneo paupérrimo José M. Petunchi / La Capital El que mal anda ... Newell's terminó el torneo de una manera lógica. Previsible. El final tuvo correlato con un certamen en el que arrancó para ser protagonista excluyente y en el que se consumió en el olvido. En la más absoluta intrascendencia. En la despedida del Clausura y ante su gente cosechó un pobre empate frente a un insípido Estudiantes (0-0), que no dejó casi nada para el análisis. Sólo algunos destellos en medio de tanta oscuridad del pibe Héctor Damián Steinert. Y poco más. Al cabo, si con los habituales titulares habían transitado por un camino de actuaciones dubitativas y desalentadoras en la mayor parte del torneo, no había en realidad demasiados argumentos como para pensar que con un equipo emparchado por las ausencias y las lesiones el desenlace podía ser otro.
Sólo la llegada de la sangre nueva, por la presencia de algunos pibes, permitía algún resquicio para la ilusión, pero todo se esfumó muy rápidamente para terminar de moldear una mala campaña. Un torneo que sólo será recordado por haber sido una de las peores campañas de los últimos tiempos. Así, en definitiva, terminó de edificar otro campeonato paupérrimo que sólo le dejó pesar en sus hinchas y un enorme signo de interrogación para el futuro inmediato.
Hablando de eso justamente, de más está decir que una de las mejores decisiones de Gallego en los últimos tiempos es no irse de vacaciones, puesto que deberá trabajar a destajo y sobre todo no equivocarse en las decisiones para no volver a transitar el mismo camino y tratar de enderezar de una vez por todas un rumbo que hace bastante no encuentra.
Con este extenso prólogo parece casi innecesario caer en demasiadas precisiones sobre el partido que en vano intentaron armar en la mayor parte del encuentro Newell's y Estudiantes, protagonistas voluntarios de una etapa inicial en la que se alternaron el predominio territorial y también la falta de ideas y claridad.
El arranque del complemento, con Estudiantes asumiendo un mayor protagonismo, sólo duró unos pocos minutos, en los que no obstante el Pincha tuvo dos claras situaciones de gol en los pies y la cabeza de Lugüercio. O aquel cierre en el que el pibe Steinert sacudió a todos los rojinegros, tal como lo hizo con el pelotazo que sacó Herrera. O esos diez minutos vibrantes en que este chico desinhibido tuvo algunas triangulaciones interesantes con Silvani y Morales. Pero más por el hecho de rescatar algo que por lo destacable en sí mismo. Al cabo, esas imágenes parecieron un espejismo perdido en el oasis tedioso y excesivamente largo que resultaron los 90 minutos.
Tan tedioso e impresentable como el torneo que entregó el equipo, que ni siquiera tuvo la capacidad de regalarle una alegría a su gente en la despedida. Ni siquiera eso tuvo este plantel que se encargó de enterrar cada uno de los objetivos que se planteó. Tanto que no faltará el nostálgico que con razón se acuerde de la cosecha de Veira en el Apertura. A propósito, perdón Bambino ... enviar nota por e-mail | | Fotos | | Así buscó Newell’s, así defendió Estudiantes. Iriarte quiere pasar entre Gelabert y Angeleri. El partido fue impresentable. | | |