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 domingo, 27 de junio de 2004

Distintas maneras de sentir y de conducir en el fútbol de acá
Mientras Bilardo habló todo el partido, Gallego sólo intentó salvar su pellejo

Alejandro Cachari / La Capital

En el fútbol, la inversión a futuro siempre es redituable. Sobre todo cuando la reglamentación establece un sistema de promedios que condenan o tranquilizan a lo largo de tres temporadas. Los finales de campeonato, por tanto, suelen ser una muy buena referencia de lo que vendrá, o en todo caso, de cómo se sustenta el presente y se prepara lo que vendrá. Anoche, Gallego y Bilardo fueron los polos opuestos de dos realidades también diametralmente distantes.

El DT de Estudiantes no dejó de dar indicaciones. Hizo dos cambios sobre la hora porque el punto significaba mucho para su equipo y en ningún momento le permitió un resquicio a la melancolía. Es que fue su último partido como entrenador pincha. Demostró que su pasión está intacta y su profesionalismo y rigurosidad fueron los principales aliados de uno de los más extraordinarios conductores que dio el fútbol de este país.

El Tolo, con muchos años por desandar y con una experiencia y logros quizás superiores a lo que indica su trayectoria, dio por terminado el Clausura hace bastante tiempo. El partido se vio en directo en esta ciudad y quedó claramente expuesta su exasperante tendencia a jugar con y para la pantalla cada vez que el director de cámaras de TyC mostró su imagen.

Cuando el barco se hunde el último que lo abandona es el capitán. Este barco no se hunde, ni siquiera corre riesgo de nada. Pero el inefable Bartolo, que ya desilusionó a más de uno en un lapso muy breve, parece más preocupado en salvar su pellejo que en sacar adelante a Newell's. Y es imposible que no se note. "Gracias a Dios terminó", dijo Américo al final del partido que también significó el cierre del torneo.

Se sacó de encima un problema, menospreció la actualidad. Pero eso no sería tan importante si no hubiera dejado la patética sensación de que nada cambiará demasiado.

Jugadores manoseados, otros ignorados, muchos confundidos y todos con la clara convicción de que el técnico jamás será el sostén de la estructura. Es que Newell's carece de referentes de un lado y del otro de la raya de cal.

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Concentrado hasta el último instante. Ni en su despedida Bilardo se tomó un respiro.

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