| domingo, 13 de junio de 2004 | Trabajo infantil, otra forma de exclusión Marcela Isaías / La Capital A pesar de la alta tasa de escolaridad que se registra en la Argentina en los primeros años (pasa el 90%) la deserción y abandono de los chicos de las aulas sigue siendo un motivo de preocupación social. En sus primeros discursos de este ciclo lectivo, el propio ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, advirtió sobre la necesidad de recuperar para las aulas a los niños y adolescentes excluidos. Nada menos -según recordó- que medio millón de adolescentes que tienen entre 12 y 17 años.
Entre las razones de este mal, la pobreza se muestra como la principal causa. Y entre sus consecuencias, el trabajo infantil es una problemática clave a considerar si se quiere entender por qué un niño o una niña abren puertas de los taxis, mientras otros de su misma edad aprenden en un aula lengua, matemática o se recrean con la historia.
Bajo el lema "Detrás de puertas cerradas: trabajo infantil doméstico. ¿Ayudantes o esclavos?", ayer se recordó el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, una fecha instituida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 12 de junio de 2002.
En esa oportunidad, un informe internacional sobre el trabajo infantil había develado en cifras y datos lo que muchos perciben a diario en los ámbitos urbanos y rurales: lo terrible de "un problema global masivo, particularmente en sus peores formas".
Tal como señalaba el informe mundial tratado en la OIT, reunida en Ginebra, "en todo el mundo hay todavía 246 millones de niños entre 5 y 17 años que trabajan, de los cuales 179 millones están vinculados a las peores formas de trabajo infantil, lo que atenta gravemente contra su salud y su desarrollo". Las cifras bastan para entender que los derechos del niño -cualquiera de ellos- establecidos en la Convención y ratificados por numerosos pactos y declaraciones quedan vulnerados ante la contundencia de los datos.
Y es justamente el trabajo infantil el que deja afuera de las aulas a cientos de niños. Ya sea por la necesidad de acompañar a sus familias en el trabajo del cirujeo, o bien por quedarse a cuidar a los hermanos más pequeños -común en las niñas- o incorporarse al circuito de las tareas domésticas, pero lo cierto es que desde muy temprano cientos de chicos dejan los lápices y cuadernos para ingresar antes de tiempo al mercado laboral.
Tareas domésticas Según la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Intantil (Conaeti), una serie de encuestas realizadas en países en desarrollo revelan que "la gran mayoría de los niños que trabajan se dedica a la agricultura, la pesca y la caza; las manufacturas, el comercio mayorista y minorista o bien trabaja en restaurantes u hoteles".
Otro de los aspectos que destaca el informe de la Conaeti son "las condiciones poco seguras, mano de obra barata (a veces gratuita) que incluye a los niños, y productividad y beneficios respecto de las inversiones relativamente bajos".
Y entre las tareas que alcanzan a muchos niños y niñas figura el servicio doméstico. "Son los niños trabajadores menos visibles -señala la Conaeti- y, por tanto, resulta difícil realizar estudios sobre su situación y analizarlos. Existe un claro vínculo entre los niños que realizan ese trabajo y el tráfico de niños, tanto dentro de los países como entre distintos paises".
La pobreza y sus consecuencias como lo es el trabajo infantil, representan para los niños y niñas marginados la imposibilidad de romper con un circuito cerrado. El mismo que los excluye del derecho a la educación y a una vida digna. Lo terrible, entonces, es que tal como expresara el ministro Filmus: "Los jóvenes que hoy queden marginados de la escuela no van a tener ninguna posibilidad de inserción social en el futuro". enviar nota por e-mail | | |