| domingo, 13 de junio de 2004 | Conspiración y golpes de Estado Cuando a principios de la década de los 90 George Bush padre de visita en Argentina decía: "Los tiempos del dictador han pasado", conjuraba de esa forma la última asonada militar carapintada y se ponía fin a seis décadas de golpes de Estado en Argentina. Las Fuerzas Armadas de la Nación creadas para defender la Constitución, la soberanía y las leyes, a partir de 1930 cambiaron esos roles asignados y asumieron que estaban preparadas para gobernar bajo un mandato mesiánico. Desde Uriburu y Justo hasta Videla, Galtieri y Bignone lo hicieron con una crueldad y brutalidad inimaginables. En el ataque a la libertad, la justicia y la democracia nunca estuvieron solos, pues contaron con un sector de la sociedad y la prensa amarilla y corrupta. Todos los gobiernos elegidos por el pueblo sufrieron las consecuencias: Yrigoyen, Perón, Frondizi, Illia e Isabel Martínez de Perón. Ejemplo: a los fines de apoyar el inminente golpe nazifascista de Onganía que se cernía sobre el anciano presidente Illia, en su editorial publicado en Primera Plana el 31/5/66. Mariano Grondona escribía: "El país no quiere ni espera un gobierno de pacífica y respetuosa rutina, el país espera un mesías porque vislumbro la tierra prometida y esa tierra prometida no sólo es económica y social sino por encima de todo política y unipersonal". Los argentinos debemos mirar permanentemente al pasado sin ánimos de revancha o nostalgias porque al mirarnos en su espejo evitaremos que los demonios, espectros y fantasmas de ese pasado se vuelvan a materializar nuevamente en el presente.
Ricardo Carreño
DNI 4.283.845, Santa Fe
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