| miércoles, 02 de junio de 2004 | Editorial: Recuperar la Vigil El consenso es, a esta altura, irrebatible: el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional fue la etapa más trágica de la historia argentina. Decenas de miles de desaparecidos en el marco de un plan de aplastamiento de la oposición que también implementó la tortura y la apropiación de niños como prácticas sistemáticas, la aplicación de una política económica antinacional, la corrupción enquistada como un cáncer en la esfera del Estado y una guerra suicida contra Inglaterra que se libró con el único objetivo de prolongar la ya alicaída dictadura son sólo una parte de una extensa lista de atrocidades, que aún hoy repercuten gravemente sobre la sociedad nacional. En Rosario, uno de los actos más siniestros que cometió el régimen militar fue la destrucción de la que había sido una de las entidades privadas más valiosas que alguna vez se hayan desarrollado en la República: la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil.
Demasiado conocidos son los méritos de la popular institución que cobijó el barrio Tablada y que desde un comienzo humilde logró concretar un sueño que sus fundadores ni siquiera podían tener cuando abrieron el primer local, donde sólo había unos pocos muebles y dos mil libros. Los seiscientos empleados, veinte mil asociados y tres mil alumnos que llegó a tener la Vigil en su apogeo dan preciso testimonio de su importancia, pero la cuestión central no puede ser expresada en términos cuantitativos: estamos aludiendo al espíritu que animaba a la entidad, donde se nuclearon una escuela de nivel pedagógico excepcional, una de las bibliotecas más provistas de América latina y una editorial cuyo catálogo asombra en esta época de predominio de los sellos de origen español.
Casi nada, o nada, quedó de todo eso: sólo la memoria popular, terca, lúcida e invencible. Hoy, casi treinta años después del desastre, se comienzan a percibir los frutos de esa lucha silenciosa. Este viernes, en la mítica esquina de Alem y Gaboto, un acto en plena calle con la destacada participación de León Gieco y Liliana Herrero simbolizará el peso de un reclamo al cual le falta poco para conseguir el éxito. La "voluntad política" explicitada por el gobernador santafesino, Jorge Obeid, de que la Vigil "recupere los bienes que le fueron saqueados" -en lo que definió como "reparación histórica"- fue el trascendente primer paso para la concreción formal de esa intención expresa.
Es de desear que la devolución de la personería jurídica, la restitución de las propiedades y la investigación de todo lo actuado por la vergonzosa comisión liquidadora se plasmen a la brevedad posible. Después, tal vez, comenzará lo más difícil: reconstruir la Vigil recuperada. enviar nota por e-mail | | |