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 domingo, 30 de mayo de 2004

La oposición, ausente sin aviso

Mauricio Maronna / La Capital

Néstor Kirchner inició su segundo año de mandato con la intranquilidad que supone estar al frente de un país que (como él mismo dice) aún permanece en el infierno, pero con el remanso que le dispensa una oposición ausente, carente de proyectos alternativos y con rostros visibles que espantan a los ciudadanos disconformes con la estética del sopapo permanente que lleva adelante el presidente.

Elisa Carrió es la única voz que sobresale en el desierto opositor, una mochila que puede comenzar a resultar demasiado pesada para alguien que adolece de una estructura sólida y que tiene que salir a hablar todos los días de todos los temas. Más allá de la calma que el vacío opositor lleva a las aguas del gobierno, la peligrosa permanencia del discurso único puede conducir a dislates, actitudes autoritarias y cerrazón política.

La revolución módica de las cacerolas que estalló en diciembre del 2001 puso al desnudo no solamente la impericia de Fernando de la Rúa para conducir el país: trazó una raya entre la clase dirigente tradicional y una sociedad harta de observar las mismas caras, las mismas conductas y los mismos vicios.

A casi dos años y medio del "que se vayan todos", Argentina sigue siendo el país del día a día, el de los sobresaltos cotidianos, el de los rostros de siempre.

El gobierno es un plomero que minuto a minuto debe extremar sus habilidades para tapar filtraciones y no un arquitecto que esté diseñando la maqueta de un proyecto de país a largo plazo.

La campaña permanente, la sobreactuación gestual, la pelea contra todo lo que se considere parte de la "nueva década infame" (léase menemismo) y el contacto cara a cara con la gente le bastó a Kirchner para elevar su popularidad a niveles inéditos. Los cambios en la Corte, el descabezamiento de las cúpulas militares y de fuerzas de seguridad marcaron un rumbo desconocido para los partidos tradicionales, más afectos al respeto sublime a las corporaciones y al orden establecido.

Con las velas izadas, el gobierno ocupó todos los espacios, corrió por izquierda a la constelación de sellos clasistas y dejó en estado inerte a la centroderecha, una mixtura de dirigentes y agrupaciones que sigue sin saber cómo acomodarse a la nueva realidad.

Ahora que el santacruceño empieza a bajar en las encuestas (salvo en las de Artemio López, habitual visitante de la Casa Rosada, Enrique Zuleta Puceiro y Manuel Mora y Araujo), Carrió tiene permiso para emular a Los Fabulosos Cadillacs y decir: "Yo te avisé".

El radicalismo quedó convertido más en una ONG que en un partido político y sus representantes vuelvan a jugar el juego que mejor juegan y que más les gusta: las internas desgastantes e inútiles.

Sin embargo, es razonable la queja del presidente ucerreísta, Angel Rozas, por la ausencia de diálogo con el gobierno. En una democracia "normal" resultaría inconcebible que el Ejecutivo no consensúe una agenda de temas con los partidos de la oposición. Pero esto es Argentina, y en la Casa Rosada saben que cualquier acercamiento con la "partidocracia" significará un par de puntos menos en los sondeos, leídos con fruición y adoptados como la nueva Biblia del poder.

La base electoral que reunió Ricardo López Murphy en las elecciones presidenciales de abril del 2003 parece haberse derretido como un cubito bajo el sol de enero: el líder de Recrear permanece ausente y sin aviso. Sus únicas apariciones mediáticas estuvieron dedicadas a confrontar con el ministro del Interior, Aníbal Fernández, en duelos más propios de barrabravas que de cuadros políticos.

Lentamente, Mauricio Macri pretende adquirir status nacional, comenzando a mover sus fichas en dirección a los partidos provinciales, insertos en una diáspora que los pone muy lejos de constituirse en opción de poder. Desde Balcarce 50 ven la mano de Eduardo Duhalde acicateando al presidente de Boca a convertirse en el imán de la centroderecha y actúan en consecuencia, golpeando en el lugar que más le duele: el estigmatizado "Menem rubio y de ojos celestes" tiene al ex árbitro Javier Castrilli contándole las costillas, tratando de demostrar una asociación nada lícita entre la Número 12 (apta para todo servicio) y el frustrado candidato a jefe de Gobierno.

Para neutralizar a la centroizquierda, el gobierno cruza las grandes ciudades con los operadores de la transversalidad, un concepto que a esta altura es más un anestesiante de rebeldías que una frondosa opción electoral.

"La transversalidad es un invento para la clase media porteña y rosarina", tradujo la socióloga Beatriz Sarlo.

"A veces pienso que el gobierno nos seduce para mantenernos lejos de Carrió y, de paso, sacarnos a algunos dirigentes. Lo que sucede es que cada vez que vamos a la Casa Rosada nos prometen fondos, obras, todo... ¿Cómo gobernamos sin la ayuda financiera del poder central?", confesó crudamente a La Capital una calificada fuente de la Municipalidad de Rosario.

Más allá de Lilita, el gran dilema que surca los despachos del poder es la capacidad de movilización de los variadísimos grupos piqueteros. Los mismos que la semana pasada volvieron a alterar el pulso de las grandes ciudades. El gobierno se abstiene de reprimir las protestas (una táctica que se daría de bruces con su prédica discursiva), pero el in crescendo de las movilizaciones pone al borde de un ataque de nervios a la clase media porteña, que puede extasiarse cantando "Playa Girón" bajo la lluvia pero no trepida en pedir mano dura contra Raúl Castells y sus muchachos.

Kirchner sabe que se terminó el tiempo de los ruidos: es hora de que aparezcan algunas nueces.

Como adelantó este diario, el segundo año de mandato kirchnerista alumbró con una buena noticia para Santa Fe: el enfriamiento de las tensiones con el gobernador Jorge Obeid, quien será recibido más temprano que tarde por el jefe del Estado.


La semana política santafesina
Obeid regresó desde Brasil con un objetivo preciso: cambiar la imagen de su gobierno, dándole más bríos a la gestión. Esta semana se harán anuncios en ese sentido, y uno de los más trascendentes tendrá que ver con Educación. Frente a la ola de rumores que hablan de nuevos cambios en el gabinete, Obeid envió dos mensajes: rechazó las versiones pero se quejó por la parálisis que existe en algunas áreas clave. Nada es para siempre.

La entrelínea de la realidad política dejó un dato relevante relacionado al posicionamiento con las víctimas de las inundaciones en la capital de la provincia. Mientras la vicegobernadora, María Eugenia Bielsa, se mostró dialoguista e hizo ingresar el 25 de mayo al Salón Blanco de la Gobernación al sector encabezado por José Mustafhá, el jefe de la Casa Gris cruzó duramente al empresario inundado y lo vinculó con el piquetero Raúl Castells.

La instantánea que mostró a Bielsa en el Palacio de Gobierno encabezando los actos protocolares, y rodeada de afiches que mostraban las caras de Obeid y Carlos Reutemann bajo el adjetivo de "Los inundadores", generó cosquilleos en la delegación oficial que se encontraba en Brasil.

La armonía que Obeid pretende mantener con Kirchner y Reutemann estuvo a un tris de volar por los aires cuando la revista Tercer Mundo, el jueves, subió a la web una entrevista con Bielsa: la presidenta de la Cámara de Senadores criticaba duramente al gobierno del Lole, calificándolo de "conservador" y atribuyéndole "falta de grandeza" a la hora de respaldar a la actual administración.

El chequeo de la información permitió corroborar que el reportaje había sido realizado en el mes de marzo.

Obeid, al fin, pudo terminar una semana en paz.

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