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 domingo, 30 de mayo de 2004

Educación
El oficio de narrar cuentos

Marcela Isaías / La Capital

Teresita es bien conocida en las escuelas. Primero por sus cuentos, poesías y adivinanzas publicadas en más de los 20 libros que ya lleva en su haber. Sin embargo, lo que no puede registrarse es la cantidad de historias y relatos narrados a los más chicos. Sucede que si algo la define cabalmente es su oficio de narradora -y así se presenta-.

Teresita Alvado de Lardizábal es docente, profesora de nivel inicial, se jubiló como supervisora con casi cuarenta años en la enseñanza. Afirma que si de algo está convencida es de que a su oficio no lo abandonará. "Esto me mantiene joven, viva", dice mientras cuenta todo lo que hace a diario y de qué manera involucra sus historias escritas para los más chicos con la vida cotidiana.

La narración, el cariño por los cuentos y las historias fantásticas le viene de la familia. "Un tío me narraba siempre, en mi casa había libros y mi padre también me contaba cuentos", recuerda la escritora como para reafirmar una vieja convicción sobre cómo se transmite el amor por la lectura.

Recién cuando estaba en el profesorado de nivel inicial descubrió que era una narradora destacada. Y desde entonces no se detuvo. A tal punto que -aun alejada formalmente de la docencia- advierte que desde las escuelas la siguen llamando. "Me invitan a narrarles cuentos e historias a los chicos. Yo voy porque me gusta hacerlo", dice la escritora que por estos días presentará una nueva serie de libros.

De sus visitas afirma que extraña otras épocas del jardín de infantes, "quizás cuando todo no estaba tan centrado en que aprendan contenidos, sino más bien en abrir, despertar la curiosidad de los más chiquitos". También destaca otra mirada de las charlas con los pequeños: "Cuando hablás con ellos, les narrás, enseguida se percibe quién está acostumbrado a escuchar relatos y quién no".

Y ese hecho para Teresita no es menor. Como buena conocedora del tema explica que "la capacidad de escuchar, de atender, es la antesala del pensar". Por eso insiste con que "es necesario enriquecer esa predisposición para escuchar las historias".

Los oficios de narradora y escritora van de la mano. También el de la escritura. Para Teresita la llegada de la computadora implicó un nuevo desafío. "Al principio creía que se me terminaría la inspiración si me tenía que sentar frente a una máquina", recuerda de sus primeros intentos frente al teclado. "Ahora -agrega- valoro cuánto me aporta: puedo corregir a medida que escribo, volver una y otra vez sobre los relatos y hasta conservar los cuentos (lleva más de 100) en la computadora".

Hace poco cumplió años. ¿Cuántos? "Eso no se dice", responde. Pero enseguida confirma la sospecha que muchos de sus seguidores tienen de ella: "La juventud está en mantenerse ocupada, siempre con actividades". Y para ella eso no es sólo discurso: colabora en asociaciones culturales, escribe para revistas docentes y también se da tiempo para tocar el piano (otra de sus preferencias).

Al final de la charla Teresita destaca: "No soy poeta, soy una hábil versificadora". Al parecer no hay dudas. Las maestras la siguen invitando a poner en verso las historias infantiles.

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Teresita Alvarado de Lardizábal escribe para los chicos.

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