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 jueves, 01 de abril de 2004

Los empleados se movilizaron ayer, y hoy sigue el paro
Se tensa la relación entre la Municipalidad y el sindicato
Lifschitz aseguró que no hay plata para incrementar los sueldos. El gremio retrucó con anuncios de más huelgas

El Sindicato de Empleados Municipales y la Intendencia llegaron ayer a un punto de inflexión. Es que al reclamo de aumento salarial con un paro total de actividades por 48 horas el intendente Miguel Lifschitz respondió con un contundente: "No hay plata y no hay aumento". Así, después de varios meses de negociaciones parece que la relación del gremio con esta gestión de gobierno está en su punto más crítico.

El gremio comenzó ayer con un paro por 48 horas en reclamo de un aumento salarial de 250 pesos. La huelga tuvo un alto nivel de adhesión en todas las reparticiones, y cerca del mediodía se realizó una movilización que terminó en un masivo acto frente al Palacio de los Leones.

"Y ya lo ve, y ya lo ve, es para Lifschitz que lo mira por TV", fue el cantito más repetido por los manifestantes, mientras la dirigencia sindical no ahorró críticas hacia la actual administración rosarina. "Con la plata que gastan en las designaciones de la casta partidaria o con el dinero para obras que nunca se sabe cuánto es, con eso nos pueden dar un aumento", bramó el secretario del sindicato, Néstor Ferrazza, en una virtual declaración de guerra.

Pero hubo más. En la movilización se dejó en claro que al paro de actividades de 48 horas que terminará hoy se agregarán otras manifestaciones de protesta. Ferrazza prometió que después del 15 de abril instalarán carpas en la plaza 25 de Mayo, se repetirán las huelgas y volverán a tomar las calles hasta conseguir el aumento de sueldo.

"A los municipales nos cuesta arrancar, pero cuando lo hacemos no nos para nadie, y allí nos van a tener con bombos, tambores, paros y con carpas", amenazó Ferrazza.

A esa misma hora, pero en otro lugar de la ciudad, recorriendo las obras del centro comercial El Portal de Rosario (Nansen y Víctor Mercante), Lifschitz insistió en que no habrá aumento de sueldos si el municipio no incrementa sus recursos. "No estamos dispuestos a resentir los servicios que brindamos a la población y menos a dejar las pocas obras que estamos haciendo", aseveró.

En medio de los truenos, con batucada propia, cerca del mediodía llegó la columna de los municipales a la plaza. El secretario gremial, Antonio Ratner, fue quien hizo el discurso más duro: "Se llenan la boca (por los funcionarios), van a los congresos internacionales a decir que Rosario tiene la mejor salud del país, pero lo que no dicen es que los trabajadores de la salud municipal son los peores pagos de todo el país".

Sin bajar el tono, el gremialista continuó con su arenga: "Se está hablando de la pobreza, que se bajan los índices pero cuando nos ponemos a ver planilla por planilla resulta que el 53 por ciento de los municipales está por debajo del índice de pobreza en esta ciudad".

"Dicen que no hay plata y nosotros decimos que hay que mejorar el gasto, que si se administra bien antes que obras se puede dar un aumento a los empleados. Es posible hacerlo y ya", aseveró Ratner.

Ferrazza se reservó un discurso más metafórico y comenzó hablando de las "dos municipalidades". "Hay una mayoritaria, que somos nosotros y que tenemos urgencia para que aumenten nuestros ingresos, y está la otra, la de ellos (por los funcionarios jerárquicos). Nosotros queremos compartir la Municipalidad, porque si no, ellos se llevan la torta y a nosotros nos dejan con los bizcochos", graficó.

Tras cartón, no dejó dudas sobre el divorcio en puerta que por estas horas atraviesan la Intendencia y el sindicato. "El secretario de Gobierno, Juan Carlos Zabalza, dice y nos propone que seamos una sociedad; pero la verdad es que esto es como una familia. La peor parte la lleva la mujer que trabaja, paga los impuestos, atiende a la familia, mientras que el marido se va al café con los amigos o a la cancha de fútbol a disfrutar del domingo. Zabalza quiere ser el marido y que nosotros seamos la mujer, y no lo vamos a permitir", advirtió Ferrazza.

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Ferraza y Ratner calentaron el acto con duros discursos.

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