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 jueves, 01 de abril de 2004

Piquetero defraudado

Hace dos años, cuando me convertí en un desocupado como tantos argentinos, empecé a golpear puertas bucando empleo, pero las puertas no se abrían sino que se cerraban más. La desesperación y el descreimiento político del momento me llevó a formar parte de una organización social y me convertí en un piquetero más. Corte de rutas, corte de calles, quema de gomas, compartí vivencias y guisos con personas desconocidas y que hoy puedo decir que son amigos con quienes luché para cambiar esa realidad. Creí ciegamente como tantos compañeros en quienes "lideraban" la organización pensando que ellos, al igual que nosotros, peleaban por una Argentina distinta. Me costó mucho darme cuenta que no era así y hoy, con dolor, tengo que reconocer que yo sólo era uno más en las marchas que servían a los fines ruines de nefastos personajes que se valían y se valen de la pobreza ajena para vivir ellos como grandes magnates. Siempre decían que ellos no eran políticos pero hacían y hacen seguramente negociados con algún político de turno escondiendo todo bajo la sábana de la mentira, como taparon todo con aquella famosa frase "sólo enviaron ropa vieja y algunos calditos", en referencia a las donaciones que mandaron de España y que bajaron en un centro comunitario de Ayacucho y Guillermo Tell y que nunca se repartieron. Una mentira más, como cuando nos decían "la organización somos todos", y el "somos todos" se refería a la famosa "mesa chica", donde gestionaban sus negociados ocho personas. Mucho más se podría contar, pero sería ahondar más en la putrefacción. Hoy yo, al igual que tantos compañeros, seguimos luchando por un cambio social, con la firme convicción que la Argentina florecerá a pesar del egoísmo de muchos y a quienes les digo que estamos muy cerca de Semana Santa y que recuerden -cuando usan a los pobres para sus manejos- la frase que dijo Jesús: "Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen".

Juan Olaverri



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