| sábado, 27 de marzo de 2004 | Aventura en el Mato Grosso Los rosarinos Mac Donald, Casal y Almirón recorrieron zonas inhóspitas Tienen espíritu aventurero, respetan la naturaleza y consideran que convivir con otras culturas implica adaptarse a los demás. La excursión de Jorge Mac Donald, Emiliano Casal y Guillermo Almirón por el Mato Grosso los llevó a navegar por regiones inhóspitas. Es que nada de lo que transportaron en la canoa debía estar fuera de lugar o alterar el medio ambiente. Recorrieron las aguas del río Paraguay durante un mes y medio hasta Formosa, punto final de una travesía que en un principio tenía como destino Rosario. Pero esa idea fue abortada porque el viaje se extendió mayor tiempo del previsto.
Con una canoa de madera que hicieron construir en Brasil, similar a la que utilizan los pescadores de la zona, iniciaron el viaje el 24 de diciembre del año pasado en Barra Do Bugres, el extremo norte más navegable del río Paraguay. En el trayecto atravesaron un pantanal "cuya superficie es dos veces la de Portugal", comentó Casal. Navegaron 720 kilómetros hasta Corumbá (14 de enero) durante los cuales encontraron algunos poblados aislados de dos o tres habitantes. En esos momentos afloró la fortaleza anímica y física y el compañerismo.
"En la zona del pantanal no veíamos a nadie por tres o cuatro días. En un puerto nos encontramos con sus dos únicos habitantes a los que les llevamos alimentos que nos habían entregado río arriba. Por lo general esas personas son cuidadores de haciendas que se mantienen aislados. El único medio para llegar a esos lugares es en embarcación y no hay nadie que navegue por ahí", explicó Mac Donald.
Los tres navegantes tuvieron carencias pero por decisión propia. Intentaron transportar lo mínimo e indispensable, "por convicción", para que nada afecte el medio ambiente. No utilizaron motor en la canoa, no llevaron armas de fuego y ni siquiera sol de noche. Sólo transportaron machetes, cuchillos y un equipo de pesca.
"Convivimos con la gente de la manera que ellos viven. Nos parece que nosotros somos los que nos debíamos adaptar a ellos y no ellos a nosotros", reflexionó Mac Donald, que como odontólogo se ocupó de la salud bucal de los aborígenes que iban encontrando en el recorrido y que rara vez o nunca tuvieron esa clase de atención. "Imaginábamos que nos íbamos a encontrar con más comunidades. Evidentemente en Brasil los han enviado a reservas escondidas, mientras que en Paraguay es diferente. Están un poco más organizados", agregó.
A bordo de la canoa encontraron pueblos abandonados que nacieron por iniciativa de los ingleses después de la Primera Guerra Mundial para la explotación textil y del cuero, pero que con el tiempo fueron desapareciendo.
"Teníamos la idea de un Brasil destructor y en realidad tienen mucha más conciencia que nosotros. Está prohibido cazar yaguaretés, carpinchos y yacarés", comentó Casal, mientras Almirón agregó que "también existen muchas restricciones con la pesca y las respetan".
Las vueltas del río los obligaron a jornadas agobiantes. "Remábamos desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde y recorríamos unos 70 kilómetros en línea recta pero que en realidad no eran más que 15. Es que el río se presenta muy sinuoso", manifestaron. Eso los retrasó demasiado y para acelerar el recorrido fueron en algunos tramos embarcados, en total 800 kilómetros, mientras que remaron otros 1800.
El destino final fue Formosa adonde llegaron el 28 de enero. "A diferencia de otros deportes donde hay que correr más rápido, acá se privilegia la solidaridad, la cooperación". La sentencia de Casal explicó el carácter de una travesía donde predominó el compañerismo, la convivencia con otras culturas y la defensa de la naturaleza. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Casal, Almirón y Mac Donald se refrescan en el río Paraguay. | | |