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 sábado, 27 de marzo de 2004

Charlas en el Café del Bajo

-Sigamos reflexionando con algunos conceptos de la carta que nos envió David: "Podemos descansar satisfechos en nuestros pecados y en nuestras estupideces, pero el dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestra conciencia, pero en cambio grita en nuestros dolores, es el megáfono que El usa para hacer despertar a un mundo sordo". ¿Qué dice usted Candi a eso?

-Yo creo en los niveles de intelectualidad y espiritualidad del ser humano. Es decir hay seres más elevados que otros, pero no necesariamente un mayor nivel de intelectualidad o erudición implica mayor sabiduría, pues la mayor sabiduría proviene de la mayor elevación del espíritu. Si tenemos en cuenta lo que se desprende de la escritura sagrada que dice que quien peca pero no sabe que peca no comete pecado, el dolor como herramienta correctora es incomprensible. Este dolor se torna inteligible para quien es consciente de su error. Como decíamos ayer, esta aflicción correctiva tampoco es comprensible frente a un espíritu inocente o esencialmente bueno.

-¿Y qué explicaciones se tiene para el dolor en tales casos?

-En mi opinión, y como ya lo expresamos, el dolor se gesta muy frecuentemente por acción del hombre, podríamos resumirlo diciendo que por la violación a la ley natural. Cuando no es así, el dolor es, efectivamente correctivo o bien forma parte de un plan superior divino que no puede ser conocido ni comprendido por la mente humana.

-¿Un plan superior?

-Sí, en este caso entramos en el plano de la fe. Por ejemplo: todos conocemos personas muy buenas que a corta edad parten. Nos quedamos reflexionando y dolidos ¡¿Cómo es posible?! Pues bien es posible sólo en el marco de un plan divino inaccesible, incomprensible al ser humano pero no por eso imperfecto o injusto. Tal proyecto sólo es aceptado por la fe.

-Se trata de hechos muy dolorosos

-Sí, mucho más dolorosos cuanta mayor duda hay en el hombre respecto de Dios y de su plan. Para aquellos que están fuertemente vinculados a la divinidad el dolor es menor, por eso San Agustín ante la muerte dice una frase que siempre llevo conmigo: "Si me aman, no me lloren".

-Bien, sigo con la carta de David: "Dios, quien nos hizo, tiene razón al pensar que la modesta prosperidad nuestra y la felicidad terrenal no son suficientes para hacer de nosotros seres bienaventurados; que todo eso se nos escapará de las manos al final y que si no hemos aprendido a conocerlo a El seremos unos desdichados. Por eso, Dios nos inquieta y nos turba, advirtiéndonos anticipadamente acerca de una insuficiencia que un día tendremos forzosamente que descubrir".

-Es evidente que David centra casi toda su atención en el dolor infligido por Dios como forma de corrección y salvación. Una vez más digo que comparto ese aserto, pero no enteramente. Insisto en la responsabilidad humana en el dolor y voy a concluir esta opinión mía remitiéndome al gran mensaje mosaico y evangélico. Cuando Dios le dice a Moisés: "Tendré misericordia de aquel que tenga misericordia", está dando un mensaje a la humanidad, está diciendo: ustedes son co-creadores conmigo, ustedes son responsables de sus actos y también responsables del dolor, pues aquel que no tiene misericordia con su prójimo es evidente que le ocasiona una aflicción. Cuando Jesús comienza su misión y exalta al amor como principio único que puede salvar al hombre, no sólo está advirtiendo que la sublimación espiritual sufre un retroceso o que el espíritu se condena para después de esta vida si se burla tal principio, sino que está avisando además que todo el ser y todo el mundo se habrá de conmover y para mal en este mismo plano existencial. Cuando uno lee el Antiguo y el Nuevo Testamento, advierte hitos y de como Dios rescata al hombre del dolor y lo insta a transponer la pena. Hay una alegoría muy sublime cuando se destruye Sodoma y Dios rescata a Lot y su familia de tal aflicción. Les aconseja: "no miren hacia atrás". La misma sublimidad se advierte cuando Jesús evita la lapidación de la prostituta. Aquí hay un mensaje más claro aún: Jesús no sólo evita el dolor, sino que parece estar diciendo vengo a corregir a través del amor. "Ni Yo te condeno, vete y no peques más", le dice a la mujer. Cuando Dios a través del profeta grita vivamente: ¡"Misericordia quiero y no venganza"! está diciendo al ser humano muchas cosas, entre ellas que se está destruyendo a sí mismo por causa de su egoísmo y por el inevitable efecto: el dolor.

Candi II

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