| sábado, 27 de marzo de 2004 | Un llanto que conmueve al país Alfredo Chies / La Capital La enorme tragedia que sacude a Juan Carlos Blumberg, su inmenso dolor, sacude al país, a todos los que no pueden dejar de pensar en el triste sino de un matrimonio al que le arrebataron sin miramientos lo más preciado que tenía.
Axel Blumberg, un estudiante de ingeniería de 23 años, fue secuestrado y luego de varios días de cautiverio ejecutado por sus captores cuando su padre trataba de pagar el rescate, según las indicaciones y consejos que le habían dado los especialistas policiales y judiciales bonaerenses.
La somera recorrida por los dichos de funcionarios sobre la cuestión desnuda un rosario de barbaridades impropio de personas que ocupan cargos ejecutivos estatales con directa incidencia sobre la vida y la muerte, el bienestar o la desgracia de millones de ciudadanos.
El ministro de Seguridad bonaerense, Raúl Rivara, dijo que la responsabilidad de las actuaciones le competía al fiscal antisecuestro Jorge Sica, quien se ocupó de hacerle creer al padre de Axel que tenía todo controlado, pero pasó cualquier cosa, lo peor.
Rivara, también, tuvo la impertinencia de contradecir a Blumberg cuando denunció que a su hijo lo habían torturado salvajemente antes de matarlo.
El gobernador Felipe Solá, por supuesto, ratificó a Rivara en el cargo. Quizás haya respirado tranquilo cuando el secretario de Seguridad Interior de la Nación, Norberto Quantín, dijo que lamentaba que no haya intervenido en el trágico caso el personal especializado de la Policía Federal y que se había enterado del hecho por la televisión.
Rivara, además, calificó de "juez mediático" al camarista Fernando Maroto, quien denunció que policías de la Delegación de Investigaciones de San Isidro elegían ellos mismos a las víctimas de secuestros extorsivos. Después de las declaraciones, sin embargo, el ministro no ordenó una investigación acabada de los efectivos presuntamente corruptos.
Juan Carlos Blumberg contiene a duras penas la enorme tristeza que lo aplasta, oprimido por la impotencia y la desazón, mientras pide a los funcionarios políticos y judiciales, y a los policías, que se ganen el sueldo, que hagan las cosas y bien en vez de hablar por la TV.
Millones de padres que, como Blumberg, les dicen a sus hijos que para hacer un país serio hay que estudiar y trabajar, apegarse a valores esenciales, ser buenas personas, se preguntan qué circunstancia mágica resulta necesaria para que las autoridades (todos y cada uno) comiencen a mostrar concreta voluntad política de prevenir y reprimir el delito (su obligación, además), de cortar con la larguísima cadena de corruptelas que empiezan y terminan en las "cajas negras".
Se preguntan por qué pasan los años y están pidiendo siempre lo mismo, que el Estado cumpla con su indelegable deber de brindar seguridad física, policial y jurídica a la población, y se preguntan qué más es necesario invertir para conseguirlo, ¿los hijos de quién, las vidas de quiénes? enviar nota por e-mail | | |