| sábado, 27 de marzo de 2004 | Noticias del clima El otoño arranca con mal pie en materia de precipitaciones La escasez de las lluvias y el precio de la soja han compartido el escenario de la campaña 2003/2004 sin diferencias protagónicas. Si bien los factores que inciden sobre el mercado de la oleaginosa exceden el ámbito climático, queda claro que durante la actual campaña el anómalo comportamiento de las precipitaciones contribuyó al sostén de los precios en un nivel elevado.
En nuestra permanente interacción con productores, entidades intermedias, empresas exportadoras y corredores de cereales, hemos visto reflejado el inusual desarrollo de esta campaña. Exportadores y corredores no logran un acuerdo en el número de producción pero todos coinciden en una merma respecto de la campaña anterior. Los acopiadores ven un escenario preocupante respecto de la capacidad de almacenaje (no sólo de soja), que puede comprometer su nivel de comercialización. Finalmente, ante la figura del productor que maneja números en una escala menor (no menos rentables), es donde el espectro de los rendimientos marca su mayor impacto. Aquí la diversidad es la estrella: desde sojas dadas al pastoreo hasta rindes que alcanzan valores similares a los de la campaña anterior.
Como mencionamos en anteriores oportunidades, una de las principales características de esta campaña fue la disparidad en las fechas de siembra convergiendo a finales de marzo a un estado muy heterogéneo dentro del núcleo pampeano: vastos sectores donde la cosecha está muy avanzada se contraponen con otras zonas que aún demandan precipitaciones para optimizar los rendimientos.
Enmarcados por una desfavorable coyuntura climática (fundamentalmente sobre el oeste), los productores debieron tomar difíciles decisiones para tratar de optimizar el comienzo de la campaña. En cuanto se evidenció una mejora en el perfil de humedad, muchos productores se inclinaron por sojas de mayor rendimiento cuyos ciclos extendidos hacia el otoño implican un mayor riesgo climático. Esto se ve hoy reflejado en muchas sementeras a las cuales aún le queda un buen tramo para alcanzar la cosecha. Si bien esta no fue una conducta generalizada, en pos del potencial de rentabilidad muchos optaron por tomar este riesgo. Los próximos 20 días estas decisiones se cuantificaran en quintales.
Las actuales condiciones del tiempo no permiten generar un escenario favorable en cuanto a la normalización del régimen pluviométrico. Los forzantes oceánicos (apartamientos de las temperatura superficial del mar) utilizados como indicadores para elaborar tendencias a mediano plazo, nos permiten formular un retraso en el cambio estacional. Desde el punto de vista de las heladas tempranas este atraso beneficia a las sojas tardías ya que el riesgo disminuye. Sin embargo el patrón de lluvias escasas se mantendría durante la primera quincena de Abril.
Queda claro que la escasa oferta de agua sobre la franja este durante los últimos tres meses, ha exigido el perfil de humedad de manera inusual. Dado que el final de la gruesa está próximo, este elemento se constituye en un factor muy importante para monitorear durante los próximos dos meses. Si las lluvias muestran un comportamiento más cercano al esperado durante abril entraríamos a una paulatina normalización. Como hemos dicho antes, no existen elementos evidentes como para pensar en una rápida recuperación de las lluvias, y si bien no estamos generando un escenario donde se plantea el fracaso de las precipitaciones de otoño, el agotado perfil de humedad del suelo abre un panorama con incertezas para el comienzo de la fina: la demanda de agua para recuperar la humedad del perfil es importante.
Los factores de escala regional (no El Niño ni La Niña), que actúan sobre el patrón de precipitaciones, actualmente definen una circulación desfavorable para el desarrollo de sistemas precipitantes.
Consultora de Climatología Aplicada (CCA) enviar nota por e-mail | | |