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 domingo, 21 de marzo de 2004

¿Por qué imputaron al policía que mató a Carlos Gauna?
Trasfondo de un procesamiento demorado
Para la Justicia, el agente Rubén Darío Blanco supo que había matado al muchacho y armó toda la escena

Jorge Salum / La Capital

La resolución en la que el juez Jorge Eldo Juárez procesó la semana pasada al policía Rubén Darío Blanco por el homicidio de Carlos Angel Gauna, hasta ese momento uno de los casos más emblemático de impunidad policial, reconstruyó esforzadamente (aunque a nivel de "probabilidad", según los términos que maneja la Justicia) lo que pasó el 8 de mayo de 2002 en el predio de Larrea 563. Son conclusiones a las que el magistrado arribó luego de cruzar las declaraciones de todos los protagonistas del caso, incluidos varios testigos que recién se presentaron a declarar este año, y de reconstruir el hecho con la presencia del propio Blanco, de otro policía y de todos los testigos del caso.

Según la resolución de Juárez, Gauna fue asesinado por Blanco de un disparo en la cabeza cuando el policía concurrió ante el pedido de auxilio de un vecino que denunció un robo en un terreno lindero a su casa. Junto a Gauna, que cayó allí mismo, estaban otras cuatro personas y el juez aceptó la posibilidad de que el grupo se propusiera ejecutar un robo, algo que todos ellos e incluso los familiares de la víctima fatal negaron. Blanco le disparó tres veces y uno de esos tiros impactó en la nuca de Gauna, que murió al rato.

En una primera investigación Blanco había sido sobreseído por el juez Luis María Caterina, quien archivó la causa. Pero la familia de Gauna reclamó a la Cámara Penal y el caso fue reabierto. Ahora Juárez lo procesó por homicidio y dejó al descubierto una escabrosa trama policial para encubrirlo.


Un hecho "armado"
Uno de los indicios en los que se basa el juez para suponer que la versión policial del episodio fue armada para dejar impune un crimen es que en el lugar donde estaba el agente Blanco no había impactos de balas, lo cual descarta su versión sobre un supuesto enfrentamiento a tiros con Gauna o de alguno de sus acompañantes. Además, los testigos aseguraron que oyeron sólo tres disparos, y que todos parecían de la misma arma.

Las contradicciones entre Blanco y el oficial Carlos Antonio Gómez, su compañero de patrulla, también sugieren que la escena fue armada. Lo mismo sucede con las declaraciones de Carlos Ponce, el vecino que aquel día llamó a la policía y quien sospechosamente cambió varias veces su versión sobre los detalles -incluso algunos muy gruesos- del episodio y así restó verosimilitud a su testimonio.

Una de las contradicciones entre Blanco y Gómez alude a la sirena y las balizas del patrullero que tripulaban. ¿Estaban encendidas o no cuando llegaron al escenario? Es la pregunta que introdujo al expediente el día de la reconstrucción del hecho el abogado de la familia Gauna, Carlos Varela. Luego, el juez basaría gran parte de su resolución en la respuesta a ese interrogante.

Es que, al margen de que Blanco y Gómez declararon cosas distintas al respecto, para el juez resulta lógico que si Gauna y los otros sujetos que estaban con él tenían intenciones de robar, escaparan al advertir la llegada de la policía. Y con más razón cuando tenían por dónde hacerlo, ya que en los tapiales del terreno donde estaban había un hueco con salida hacia el lado opuesto por donde llegó el móvil policial.


De balizas y puntería
Las dudas sobre la utilización de la sirena y las balizas está presente en toda la resolución de Juárez, quien llega a sugerir que el patrullero arribó al lugar con las luces apagadas con la intención deliberada de sorprender a los presuntos ladrones.

"Quizás estaban intentando apoderarse de lo ajeno. Pero no tenían armas, y si las tenían no las usaron", afirma el juez Juárez. El magistrado incluso sugiere que Blanco "tal vez hizo puntería" cuando disparó hacia el lugar donde estaba Gauna. Y cree que el policía supo desde el primer momento que lo hirió o mató allí mismo.

En ese orden, el hallazgo del arma a un metro y medio del lugar donde cayó herido Gauna es otra de las evidencias que profundiza el magistrado en su análisis. Ninguno de los testigos de ese momento vio el Colt 38 en aquel sitio y el único que lo refiere es el propio Blanco. Además, resultó sugestivo que el revólver tuviera la numeración "recientemente limada".

Sobre el arma el juez plantea tres hipótesis: que estuviera en poder de Gauna o sus acompañantes y haya sido disparada contra Blanco, que algún miembro del grupo la tuviera en su poder y no la usara, o que jamás haya estado en ese sitio. En este último caso, la explicación sobre su aparición en el expediente es una sola: la plantaron para encubrir el homicidio.

Un dato llamativo es que la policía no hizo un dermotest al cadáver de Gauna ("Es una omisión inexplicable", afirma el juez) para probar si gatilló o no el Colt. Tampoco preservó un guante blanco que al principio se menciona en el acta de procedimiento. El guante estaba en la mano derecha de Gauna pero desapareció misteriosamente. "Si Gauna disparó un arma, allí deberían haber rastros de pólvora deflagrada", razona el juez. Por eso su desaparición acaba siendo sugestiva.

La resolución del juez está plagada de referencias a las omisiones de la policía e incluso a muchos episodios que resultan sospechosos. La desaparición de un documento policial donde la seccional 12ª debió documentar el hecho es uno de ellos. La aparición, 14 meses después, de la hoja de ruta del patrullero donde iban Blanco y Gómez es otro. Al lado de estos datos, la demora en comunicar el incidente al juez Caterina (dos horas y media) y el hecho de que nadie preservara el escenario parecen casi inofensivos, aunque para Juárez terminen sumando evidencia sobre el enfrentamiento que montó la policía.

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El juez Jorge Eldo Juárez, la noche en la que se realizó la reconstrucción del episodio.

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