Año CXXXVII Nº 48334
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 domingo, 21 de marzo de 2004

Charlas en el Café del Bajo

-Lamentablemente, otro taxista fue baleado (ya no sorprende que el delito lo haya consumado un adolescente de 16 años) y se suceden, sin que se impida la continuidad, los robos y hechos de violencia en las calles de Rosario. Se ha instalado una paradoja en la vida social: los ciudadanos honestos viven atemorizados y "encerrados" y los delincuentes en libertad y con excelentes posibilidades de impunidad. Hace algún tiempo quería decir (luego diversos temas me lo impidieron) que a tal punto ha llegado la transmutación de las conductas y las reacciones, que el repudiable y penoso crimen de una muchacha (no es importante para el caso de que su profesión haya sido la venta de sexo y que algunos sospechen que también podría haber estado vinculada a otra actividad ilícita, porque un crimen es un crimen más allá de las conductas de la víctima) movió a marchas, protestas, movilizaciones y un despliegue de fuerzas por parte de los políticos y autoridades judiciales como no se había visto en años en la ciudad de Rosario. Y...

-Y es una pena que no se haya actuado de la misma forma en otros casos.

-Precisamente, es lo que iba a decir. Me parece adecuado que se hayan producido todos estos reclamos y que buena parte de la prensa se encargara de difundir esta campaña. Campaña, por otro lado, que tuvo como eje casi la certeza de que la policía estaba involucrada en el crimen. El juez de la causa, en virtud de ello, según tengo entendido, movilizó a las Tropas de Operaciones Especiales, a la Prefectura y no sé si a la Gendarmería, Policía Federal y la Guardia Pretoriana (¡ah no, perdón. Esa fuerza de elite corresponde a otros tiempos!). Lo que no me pareció ni me parece justo, es que reclamantes, políticos, policías, funcionarios judiciales y funcionarios de gobierno no hayan actuado o actúen con el mismo énfasis, firmeza, entusiasmo investigativo y empeño en otros crímenes, en otros hechos delictivos.

-La verdad es que se han producido innumerables asesinatos y hechos de violencia aberrantes en la provincia y en la ciudad en el curso del último año e incluso en el curso de los últimos meses y se siguen produciendo y sin embargo, es cierto lo que usted dice, a nadie parece haberle importado demasiado. ¿Por qué será?

-Que cada uno se lo responda, pero a lo que quiero ir es a lo siguiente y quiero transponer el hecho puntual del taxista baleado o la muchacha asesinada. Me parece que las autoridades no tienen un compromiso adoptado ni plan en materia de seguridad y por eso están sucediendo estas cosas que se irán agravando con el correr del tiempo. Una de las causales más importantes de la existencia y auge del delito es el narcotráfico. ¿No se venden estupefacientes en Rosario? ¿No hay consumo de drogas?

-Tal parece que no o si se hace el índice es muy poco significativo habida cuenta de que hace tiempo que nadie se entera de un operativo de incautación de estupefacientes de magnitud.

-Pero por lo que sabemos y lo que ha dicho hace un tiempo Abel Reynoso, jefe de la delegación en Argentina de la DEA, aquí hay una "ola" de tráfico y se incauta apenas el diez por ciento de la droga que se consume. O Reynoso está desinformado (lo que no creo) o a los muchachos investigadores se les rompió la lupa. Fíjese que sino fuera por algunas entidades dedicadas a recuperar adictos y a luchar contra la drogadependencia muchos jóvenes y muchas familias estarían destrozados. Es decir, uno de los pilares en los que se sustenta el delito en sus múltiples formas: robos, asesinatos, etcétera, es el narcotráfico y sinceramente creo que no existe la infraestructura necesaria -porque el Estado no se ocupó ni se ocupa de ello- para combatirlo.

-No sólo que no existe la estructura adecuada para combatir el narcotráfico, sino que brilla por su ausencia, como usted dice, el plan en materia de seguridad, Candi. Entonces cada día la crónica policial nos asombra con algo nuevo: o con un baleado, o un comercio o una casa asaltada o hasta lo más asombroso, que se roben cientos de metros de cables de teléfono o los recipientes de plástico para depositar residuos. Y cuando se actúa se hace por emoción o por el temor que infunde la prédica mediática.

-Esto es lo que podría llamarse un verdadero despropósito.

Candi II

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