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 domingo, 14 de marzo de 2004

El director habla de "Carandirú", su filme sobre la mayor prisión brasileña
Babenco: "En la calle hay más violencia que en la cárcel"
La película del realizador fue el plato fuerte con el que abrió la 50ª edición del Festival de Mar del Plata

Pedro Squillaci / La Capital

Mar del Plata (enviado especial).- "No me interesa juzgar a los presos sino manifestar la voluntad de vivir de estos personajes", le dijo a Escenario Héctor Babenco, el director de "Carandirú", el filme que abrió esta nueva edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Distendido, con palabras en donde fluían el portugués y el español, el realizador de la exitosa "El beso de la mujer araña" volvió a hablar sobre el infierno bajo cuatro paredes que son las cárceles pero con una mirada humana y respetando el espíritu del brasileño.

-¿Por qué quiso hacer "Carandirú"?

-Bueno, si yo lo hubiese sabido de antemano, obviamente no hubiese hecho la película. Uno hace una película porque no sabe por qué la quiere hacer y como una forma de poder entender qué es lo que lo motiva tanto a hacerla. Creo que voy a tener esa respuesta unos dos años después de la película. Quizá pasado ese tiempo pueda dar una información un poco más sustentable.

-¿Pero, al menos, puede decir en qué momento de su vida y de su carrera se llevó a cabo?

-Era un momento en que yo no tenía proyecto, estaba pasando por unos años muy difíciles (a nivel de salud) y porque mi última experiencia había sido muy frustrante, muy dolorosa. Fue la película "Corazón iluminado", que hice en Argentina para retornar a mi baúl de memorias. Sufrió malas críticas y una respuesta afectiva también mala. Y quedé muy triste en relación a la Argentina, quedé perplejo. Ahí vi el libro de mi médico Drauzio Varela, que venía leyendo desde hace un tiempo, porque él me mandaba páginas mientras lo iba haciendo.

-¿Sigue siendo su médico?

-Sí, pero ahora estoy curado y el pasó a ser mi amigo. Yo ahora soy el director de la película del libro escrito por él. Se rotaron los papeles. Pero cuando vi el libro completo descubrí una cosa fuerte: él tardó 16 años en escribirlo, cuando fue parte de un plan de prevención de sida y concurría a la cárcel de Carandirú.

-¿"Carandirú" cerraría una trilogía fílmica sobre la temática carcelaria, una trilogía que arrancó con "Pixote" y siguió en "El beso de la mujer araña"?

-Puede ser, pero las vivencias de esta gente podrían haberse dado en un gallinero o en una hacienda. No era porque se desarrolló en una cárcel que me interesó. Aquí vi un trabajo de una profundidad y una gran consistencia, resultado de tantos años de dedicación. No fue como cuando algunos editores encargan una investigación, y dicen quedáte un mes y hacé una novela, como se hace habitualmente.

-En la película se destaca mucho el comportamiento del individuo frente a situaciones límite

-Yo rescato esa tendencia natural del hombre a reacomodarse para preservar la conservación de la especie, para no morirse. Leo permanentemente textos científicos que avalan esto que digo. Y lo apliqué al modelo de Carandirú, un espacio establecido para 3.000 personas y en donde había 8.000. ¿Y cómo no se matan entre ellos? Hay mucho más violencia en las calles de Brasil de hoy en día que en la cárcel de Carandirú. Esa sociedad sin leyes escritas ni constitución, tiene un modelo de funcionamiento creado por ellos, honrado por ellos y cobrado por ellos. Ahí no hay zona gris, o es blanco o negro. Por lo tanto o te adaptás o sos excluido, son las reglas del juego.

-Pero a usted le interesó rescatar la humanidad de esa gente.

-Yo voy a buscar los personajes, lo humano viene después. El concepto está siempre dentro del sustantivo, a los adjetivos hay que limpiarlos, porque son siempre complicadores. Lindo, feo, gordo, malo, humanista. La etiqueta no sirve, uno tiene que ir al contenido. ¿Qué me interesa? Contar una historia de un territorio que es de una determinada manera, en donde vive gente de ciertas características. A mí no me interesa qué han hecho estos personajes, sino qué le cuentan a un personaje neutro, que es un médico, unas historias que pueden ser verdaderas o mentiras. A mí no me interesa descubrir si son ciertas, sino la curiosidad de la historia, ya que esa es la manifestación del personaje para vivir. No lo estoy juzgando. Pero tampoco los podemos transformar en héroes.

-¿El libro también tiene ese tono tragicómico de la película?

-Por supuesto, pero no es el libro el que tiene ese tono, sino la prisión. Hay que pensar que es Brasil, no es Noruega, ni la Argentina. Esa idea estereotipada del cine inglés de creer que el preso es un ser angustiado y que sufre, y que tiene el peso de la conciencia de la culpa de lo que hizo responde a una cosa escandinava, no tiene nada que ver con Brasil. El brasileño parte de la idea que si tiene que estar preso va a tratar de estar lo mejor que pueda, lo más parecido a cuando estaba afuera. No lo sufre personalmente. Y lo he visto en cantidades de veces, cuando iba con el médico y me quedaba la tarde entera con él. El tipo cuando se angustia se fuma 10 cigarrillos de marihuana o se inyecta, pero hay también una explosión de vitalidad y de querer continuar viviendo. Eso es lo curioso de la película, la gente de otras culturas piensan que es una glamorización. Pero yo simplemente hago un retrato casi documental, y voy contando la fauna y la flora que habita en el lugar, no quiero revelar ningún misterio.

-No tuvo presiones del gobierno tras este filme.

-El gobierno de San Pablo fue extremadamente correcto, pero los que no fueron correctos fueron la gente de la policía militar, que nos negaron ayuda y nos molestaron un poco.

-La masacre marcó un antes y después en el sistema carcelario de Brasil, o sea que hubo cambios de fondo a partir de allí.

-No, no cambió nada. Fue una mancha. Pero más allá de la superpoblación carcelaria insisto con esto: mi médico me contó que el director del presidio le destacó que hacía cinco años que en tres pabellones no había una sola muerte en las cárceles de San Pablo. Cuando en las periferias de San Pablo , el rating de muertes es de 40 ó 50 personas por semana producto de la criminalidad , el narcotráfico y demás. Entonces, en Carandirú, vos tenés una sociedad con personajes que son todos del crimen, y entre ellos no se matan. Es muy extraño, es difícil de entender.

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"Carandirú" le devolvió a babenco las ganas de trabajar.

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