| domingo, 14 de marzo de 2004 | Crueldad y humorismo La virtud del filme es apostar a lo tragicómico "Carandirú" es una película que refleja una de las masacres más emblemáticas de la historia carcelaria del Brasil. En cuarenta minutos, las supuestas fuerzas del orden acribillaron a balazos a 111 reclusos, según los datos oficiales. La virtud de Héctor Babenco en la película que retoma el caso fue saber reconvertir ese drama desde el sentir festivo del brasileño, desde lo más hondo de su naturaleza. Lo tragicómico respira por los poros del filme. Las historias de los presos pueden ser terribles, pueden desembocar en un crimen con decenas de dagas sobre un cuerpo por una traición, pero también mover a risa con la vida donjuanesca de un presidiario. La ternura se podrá descubrir desde una relación muy particular entre un interno y un travesti, que hasta se casan entre rejas y con invitados que nadie elegiría para una fiesta.
La mirada de un médico aporta en el filme un elemento subjetivo, que no se apoya en buscar culpables, ni busca demonizar a nadie. Los personajes son hijos de la miseria de la favela, con todas sus inseguridades, sus miedos, sus amores. Pero la muerte les anda rondando.
Los ríos de sangre de la escena final y la posterior implosión filmada en forma documental de la cárcel de Carandirú son todo un mensaje. Pero más lo es la música de Aquarela de Brasil cuando se va la película. Casi una declaración de principios de la raza "verdeamarilla". enviar nota por e-mail | | |