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 sábado, 13 de marzo de 2004

La investigación sigue sin tener pistas concretas
La policía patrulla el centro para evitar otro ataque del loco del puñal
Un psicoanalista dice que "puede volver a actuar en cualquier momento" y lo diferencia del Loco de la Escopeta

¿Atacará nuevamente este fin de semana el "loco del puñal"? ¿Es una posibilidad cierta o una especulación alimentada por la psicosis que se desató entre los vecinos del centro de la ciudad? Frente al temor de que el agresor decida nuevamente aparecer en escena, desde el viernes a la tarde la policía montó un operativo en todo el centro rosarino. Cientos de hombres de las diferentes agrupaciones de la Unidad Regional II recorrían ayer palmo a palmo las calles de ese sector de la ciudad. Los uniformados contaban con un único dato cierto: un fotofit del atacante realizado en base a los testimonios de las víctimas. Los ojos de los policías estaban atentos para ver si divisaban al hombre calvo, robusto y de entre 35 y 40 años descripto por las personas atacadas.

Para el psicoanalista Jorge Degano, la posibilidad de que el "loco del puñal" vuelva a atacar está latente. "Este sujeto circula por los espacios de la imprevisibilidad. Parece imposible prevenir su aparición. Es una persona que está desubjetivada, que está en otro lugar. Entonces sus impulsiones a estos actos pueden disminuir, pero potencialmente están siempre vivas. Si lo hizo una vez lo puede volver a hacer en cualquier momento", explicó el profesional, que dirige el Centro de Estudios en Psicología y Legalidad de la Facultad de Psicología.

Ayer a la tarde, detectives de Seguridad Personal se apostaron en el cruce de Montevideo y Corrientes. En esa esquina ocurrió el penúltimo ataque del domingo pasado. Poco después de las 17, fue herido Ignacio Stefano, de 23 años, que fue socorrido por dos automovilistas que iban en un Renault 9. El último de los episodios ocurrió seis horas después: Nahuel Montironi fue apuñalado en la espalda mientras caminaba por La Paz y España, cuando un hombre calvo vestido con ropa deportiva lo emboscó y escapó en una bicicleta.

Los investigadores presumen que el hombre que levantó oleadas de rumores y posibles hipótesis puede ser un enfermo psiquiátrico o una persona con problemas de adicción, pero la investigación que se hizo en los hospitales y centros de atención para adictos no arrojó ningún elemento positivo. Para Degano, esta teoría es "muy incierta. La policía lo dice porque tiene que atribuir responsabilidades institucionales. No estoy seguro de que sea una persona que se haya escapado de su lugar de internación. Me parece que es un loco suelto. Son personas que están desubjetivadas porque se encuentran en un nivel donde la sujeción al orden humano está relativizada o interferida de alguna manera".

El atacante fue bautizado como "el loco del puñal", pero al menos dos de los agredidos fueron atacados con el pico de una botella rota. Es el caso de la primera víctima. Gastón Bejarán, de 18 años, había salido de su casa, en Rioja 1271, para ir hasta un supermercado. Un hombre lo cruzó en la vereda y segundos después sintió un golpe en el cuello. "Miré para arriba, porque pensé que podía haber caído algo de un edificio. Pero no vi nada. El tipo dio media vuelta y me pegó con el pico de una botella en el cuello", recordó el muchacho.

Después, Gastón le dijo a la policía que los ojos del atacante parecían como "desorbitados" y que tenía un vendaje en su brazo izquierdo.

Otro de los rasgos que distingue a las agresiones es que las víctimas han sido en todos los casos varones. La lectura que Degano hace de esta cuestión está basada en la presunción de "que el ataque a un par es un ataque a sí mismo". Y enseguida marca una diferencia con el tirador conocido como "el loco de la escopeta", quien tiraba a objetos en movimiento. "En cambio este hombre toma contacto uno a uno, por propia mano, marca, hiere o simbólicamente mata a otro cuerpo. En esta línea el hecho de que sean todos varones se puede pensar de que hay una cuestión contra sí mismo, que el pone en acto en otra persona. Se puede suponer que no sólo quiere herir. En verdad acá hay un juego de muerte en esto porque aquella persona que hiere el cuerpo de otra, su intención no termina en asustar", explicó el psicoanalista.

Héctor Basualdo, un portero de 47 años, vio en la televisión el identikit del "loco del puñal" y no tuvo dudas. "Es el mismo que me atacó el sábado al mediodía", dijo.

Ese día, Basualdo dejó el edificio de Moreno al 1800, donde trabaja, y comenzó a caminar por Cochabamba hacia el este. Cuando estaba a 100 metros de Paraguay, apareció el agresor. El muchacho alto llevaba en la mano una botella en una bolsa de supermercado. Unos segundos después, el portero sintió un golpe en el hombro derecho. Después vio que su cara chorreaba sangre y recogió un pedazo de vidrio de la botella con la que el atacante le había "partido el cuello".

Degano analiza al escurridizo atacante y lo vincula nuevamente con "el loco de la escopeta". Y sostiene que en el renombrado francotirador "hay una intención de plantear un escenario de horror. El provoca el pánico de la gente".

-¿Por qué ataca de día ante la vista de mucha gente que lo puede reconocer?

-En realidad, acá no hay una necesidad de un público como en el caso del loco de la escopeta. No hay un llamado a la atención. Se podría pensar que si hay un público hay una sanción de esa mirada pública. Son ataques sueltos y a la luz del día.

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La policía intenta ubicar al misterioso agresor.

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