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 sábado, 13 de marzo de 2004

Charlas en el Café del Bajo

-Quiero leer una carta, Inocencio, que me ha enviado un lector a propósito de este intento de designar a la doctora Argibay, que se declaró una "atea militante" como miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La carta, en un claro perfil irónico, es enviada, lo presumo, por un fiel católico y dice así: "Estimado señor Candi: soy lector asiduo de su columna, en la contratapa de La Capital. Me gusta leer aquello que sin fanatismo vaya desgranando en prosa sencilla, pero profunda los distintos acontecimientos que a diario van sucediendo. Es por lo expuesto que me dirijo a usted a raíz de las diversas opiniones que se están vertiendo sobre el previsible nombramiento de la doctora Argibay como miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Entonces se me ha ocurrido comunicarle una especie de conversación (ficticia, por supuesto), en la cual un señor que se autodenomina «ateo militante», explica qué quiere significar con ese título. "Yo soy ateo militante, es decir que practico el ateísmo. Todas la mañanas, al levantarme, me siento (que es lo contrario de arrodillarse), y digo: Dios no existe, yo soy bien ateo. Esto lo repito varias veces. Durante el día, cada vez que paso delante de una iglesia, me antisantiguo: llevo mi mano izquierda primero al hombro derecho, luego al izquierdo, después al pecho y por último a la nuca, mientra repito, Dios Padre no existe, Dios Hijo no existe, Dios Espíritu Santo no existe. La existencia de Dios es un invento de los hombres ignorantes. A mis hijos, desde chiquitos, les he enseñado esta doctrina de la no existencia de Dios, y han repetido conmigo (bien sentaditos), las distintas frases acuñadas por nosotros, los ateos. Ojalá alguno me salga misionero, y se me vaya al Africa a propagar el ateísmo. Los domingos (o los sábados por la tarde), entro a algún templo y allí me dedico (siempre sentado), a decir jaculatorias contra la existencia de Dios. Por supuesto que hay fechas claves durante el año, como son Navidad, Pascua, etcétera. En estas fechas renuevo con fervor mi ateísmo. Durante los viernes de Cuaresma, hago el contra-ayuno y la contra-abstinencia, y un Viernes Santo he llegado a comerme medio lechón al horno regado con varias botellas de tinto (al día siguiente estuve internado, pero no importa, todo sea por mis ideales). Señor Candi: no quiero importunarlo más. Quizás algo de todo esto le resulte interesante, y pueda usarlo en alguno de sus comentarios. Lo saluda atentamente José Carlos Casiello".

-¡Pavada de ironía Candi! ¿Y cuál es su reflexión a propósito de esta propuesta para designar a una atea militante en la Corte?

-En primer lugar creo que estas lamentables declaraciones oportunamente realizadas por esta mujer "atea militante", no sólo ofenden a los católicos, sino a todos aquellos fieles de diversas religiones que creen en un Dios único. En mi opinión, las declaraciones de esta mujer, como acabo de expresarlo, fueron muy desafortunadas y graves y diré por qué. Cualquier ciudadano tiene derecho a creer lo que le plazca y a dar su opinión al respecto, pero una persona que puede llegar a formar parte del gobierno de un país y que, en consecuencia, debe llevar como estandarte equidad en sus pensamientos, palabras y acciones no puede proclamar que es militante de una causa que en principio va contra el interés de la mayoría de los ciudadanos, en este caso un interés de carácter espiritual, por cuanto creo no equivocarme si aseguro que entre el ochenta y noventa por ciento de los argentinos son creyentes y un amplio porcentaje de esa masa militantes. Y ser creyente y militante (deseo aclararlo) no necesariamente significa la asistencia a un templo. Basta que alguien ore para ser un creyente militante.

-Lo que dice es cierto.

-Es menos tolerable aún que quien aspira a ejercer el cargo máximo en la justicia de una Nación (que se supone debe caracterizarse por la equidad, el equilibrio emocional y la suprema independencia) proclame que es militante de un pensamiento o corriente ideológica ¿Cuál será la imparcialidad de tal magistrado para juzgar actos que tengan que ver con esas cuestiones? Pero más allá de esto hay algo más trascendente aún: es inaceptable que alguien cuyo propósito es convertirse en el máximo juez de una nación proclame que milita contra lo bueno, porque esto en definitiva es lo que ha dicho esta señora ¿Por qué? Pues porque si Dios existe ella milita contra Dios, contra el amor y en el supuesto caso de que no existiera Dios milita contra lo bueno, porque creer en Dios, aun cuando no existiera, no puede ser sino bueno y beneficioso para el creyente y para la sociedad.

Candi II

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