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 sábado, 13 de marzo de 2004

Una familia construyó una escuela para 150 chicos

Una escuela para 150 niños con capacidades especiales fue inaugurada ayer en San Rafael, Mendoza, en un predio comprado por una familia local que también construyó el edificio escolar. Se trata de la Escuela para Niños con Déficit Intelectual número 18-D Cándido Fajardo, ubicada en Olascoaga 1568 de esa ciudad, a 230 kilómetros al sur de la capital mendocina.

Amauri Fernández, nieto del patrono de la escuela, precisó que "la idea surgió hace veintiocho años cuando las autoridades educativas impusieron el nombre de mi abuelo Cándido Fajardo a la escuela, y nos comprometimos moral y materialmente desde un principio con el proyecto".

La nueva escuela tiene 955 metros cuadrados en un terreno de 1.700 metros cuadrados y está equipada con nueve aulas, taller de carpintería, de costura y cocina, salón de usos múltiples, salas de computación y de música y un comedor al que asisten a diario todos los chicos.


La herencia del abuelo
"Mi abuelo nunca se imaginó que la escuela iba a llevar su nombre y mucho menos que sus descendientes construiríamos un edificio propio", señaló Fernández.

El hombre, ingeniero a cargo de la obra -que demandó unos 320.000 pesos-, señaló que la idea "postergada por la situación económica, siempre fue mejorar la calidad de vida de los chicos".

La familia Larghi-Fajardo y Fernández-Larghi, todos descendientes directos de Cándido, compró el terreno el año pasado y en pocos meses construyó el nuevo establecimiento con todas las comodidades para unos 150 chicos entre jardín de infantes y primaria.

"Asumimos el serio compromiso material y moral de apoyar la labor incansable que realizan los docentes con estos niños, y brindar un edifico adecuado para que desarrollen las actividades que ellos necesitan y bien merecen", comentó durante el acto de inauguración realizado ayer Graciela Fajardo de Larghi, de 70 años, hija del patrono de la institución.

Desde 1969 la escuela funcionó en varios edificios antiguos prestados de otras instituciones hasta que ahora, gracias a la labor desinteresada y silenciosa de los familiares de Fajardo, pueden contar con edificio propio. (Télam)

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