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 sábado, 13 de marzo de 2004

De puño y letra: qué sintieron los chicos
Todos coincidieron en describir la experiencia como difícil de olvidar. Viajaron desde Misiones, Jujuy y San Juan

Miguel profesa la religión evangélica, Juan Ignacio es católico y Melina Kuperman (15 años) es judía. Los tres fueron invitados en representación de las comunidades religiosas para viajar a la Antártida. Compartieron durante los tres días que duró el paseo sus experiencias de adolescentes y su visión de la vida. Melina fue la que más padeció el trayecto en avión, pero sus compañeros se animaron e invitados por La Capital, en el regreso a Buenos Aires escribieron qué sentían luego de su paso por los Hielos del Sur.

Para los chicos de Jujuy el viaje hasta la Base Marambio estuvo a punto de naufragar. Es que los más 5.000 kilómetros que los separan de sus hogares se sientieron muy fuerte en el trayecto. Miguel Angel Salazar tiene 12 años, es menudito y sólo levanta la mirada cuando una palabra le resulta cercana.

Vive en San Antonio, una pequeña población cercana a la ciudad jujeña de San Pedro. Para él la emoción de estar fuera de su hogar fue muy fuerte. Es que -cuenta su maestra- Miguel no conocía la capital de su provincia y de golpe se vio volando en un avión Hércules hacia el otro extremo de su casa.

Cuando el susto pasó y ya en suelo antártico, el nene que fue elegido por sus buenas notas, acuerda en charlar un ratito. "Vivo en el campo y tengo caballos, los cuido yo", dice y deja perder su mirada en el frío.

Rocío es de La Quiaca y para ella tampoco fue fácil estar en la Antártida. Igual uno y otra saben que fue una experiencia única.

Los más inquietos del grupo fueron Damián Robledo de 12 años y Arnaldo Benítez, de 14, de la Escuela Puerto Argentino de Misiones. No pararon de sacar fotos y en todo el tiempo estuvieron seguidos por su maestro que no quería que perdieran la oportunidad de conocer un paisaje no habitual para ellos. "Miren para allá, donde están las montañas, que donde ustedes viven no las van a ver", les decía para llamar la atención cada tanto a sus alumnos.

Roy Colque Flores (13 años) y Rosa María Andrada (13 años) viajaron para representar a los chicos de San Juan, peor también para conocer más de cerca por qué su escuela se llama "Vicecomodoro Marambio".

Entre los estudiantes más avanzados estaba Carolina Lerma, de 22 años, y abanderada de un instituto del profesorado de Río Gallegos. "Estoy orgullosa del viaje", dijo la joven que no salía de su asombro al pisar suelo antártico.

La que también se quedó sin palabras fue Beatriz Grimolich, una maestra sanjuanina que acompañó a sus alumnos. "Doy gracias por lo que estoy conociendo y poder contar estas sensaciones", dijo. "No puedo creer el sacrificio que realizan estos argentinos que viven aquí", comentó a renglón seguido.

La elección de los chicos se hizo por regiones del país. "Se intentó que todas estuvieron presentes, era muy difícil traer un alumno por provincia", dijo el ministro de Educación de la Nación Daniel Filmus al comentar por qué no había chicos santafesinos.

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