| sábado, 13 de marzo de 2004 | Discriminación en la Arzeno Soy la mamá de Martín, un niño que cursó el segundo año en la Escuela Juan Arzeno el año pasado. Hoy me encuentro con la triste realidad de que mi hijo no es más alumno de esa institución a causa de una discriminación. Martín siempre cumplió con los niveles fijados de aprendizaje. Su problema fue ser innegablemente travieso, grandote y de muy buen corazón. Fue aprendiendo a modificar sus torpezas gracias a su voluntad, el apoyo familiar y profesional. Lamentablemente la institución no tuvo la predisposición o capacidad para acompañar esta maduración. Ante mi gestión intervino la supervisora del Ministerio de Educación, cuya actitud condescendiente con la escuela originó mayor presión sobre Martín. Agradezco a quienes desde la institución y fuera de ella (algunos padres) intervinieron en mayor o menor medida para que mi hijo abandonara el colegio. Debo destacar la labor de la señorita Alicia de preescolar que supo conducir con mucho amor al grupo y de quien Martín guarda un hermoso recuerdo. Fue mi querida escuela durante mucho tiempo como alumna y también asistió mi hijo mayor. La escuela, ante niños más trabajosos, ¿qué actitud debe tomar, profundizar su participación o excluirlos?
Nora Resta
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