Una campaña con menos soja que la esperada

La heterogeneidad del estado de las sementeras de soja predomina en el tramo final de la campaña 03/04 en el núcleo sojero pampeano. En el óptimo momento de siembra para la soja de primera, las zonas aptas del este del área se encontraban con reservas de humedad adecuada, mientras que los núcleos del oeste padecían una rígida sequía que obligó a muchos productores a agotar el margen de tiempo para la implantación.

Así es que, llegando a finales de diciembre, había amplios sectores donde recién se recuperaba la humedad como para intentar con híbridos de ciclo corto.

Ante la tremenda decepción que proponía el clima, la soja impuso su amplia versatilidad, justificando su auge sin necesidad de esgrimir su rentabilidad. No se está hablando de rendimientos, sino de poder sacar adelante la campaña. Así, gran parte de la intención de siembra de maíz pasó a soja. A la hora en que la mayor porción de la soja argentina entraba en su etapa crítica desde el punto de vista hídrico, es decir, el mes de febrero, la situación climática se mostraba invertida respecto del comienzo de la campaña: las lluvias sobre el oeste revirtieron la sequía y ésta se instaló sobre la franja este. Las provincias más afectadas fueron Santa Fe y Entre Ríos. La figura que acompaña esta nota muestra la recuperación de Río Cuarto (Córdoba) y el deterioro gradual de las reservas de Santa Fe (Capital).


Expectativas truncadas
En conclusión, el magro comportamiento de las lluvias durante los dos primeros meses del año, además de imponer un mercado climático, ha deteriorado significativamente las expectativas de alcanzar un récord de producción argentina de soja.

Teniendo en cuenta los datos publicados por la Sagpya, la actual campaña habría alcanzado los 14 millones de hectáreas (13.957.380 ha, según lo estimado por este organismo). Esta superficie significa un aumento de aproximadamente el 9% respecto de la campaña anterior.

La variabilidad climática, que es característica del núcleo pampeano, se traduce en fluctuaciones en los rendimientos de los diferentes cultivos. Cuantificar este problema es un gran desafío.

Investigaciones llevadas adelante dentro del ámbito de CCA muestran que el impacto del comportamiento del clima provoca un apartamiento de la tendencia, que en promedio se ubica en el 11% (hacia arriba o hacia abajo), a nivel regional. Este valor es significativamente más alto que en otros núcleos del Mercosur, lo cual en principio parece una seria desventaja, compensada básicamente por la aptitud de los suelos.

Esto genera un marco de rendimientos elevados pero sujetos a una importante variabilidad.

La causa de la variabilidad climática se puede inferir a partir de que la franja donde se forja la mayor producción agrícola del país es también el escenario donde los sistemas que generan el estado del tiempo tienen mayor volatilidad. El ingreso de aire cálido desde el norte se alterna con entradas de frentes fríos desde el sur, es común el pasaje de sistemas de alta y de baja presión, etcétera.

Tomando como hipótesis un valor de rendimiento a nivel nacional de 2.800 kilos por hectárea (Sagpya 2002/2003), un posible escenario aproximado de producción se podría encontrar suponiendo que la merma del rendimiento general sea del 10%, lo cual está dentro de la fluctuación normal en la región pampeana y es aún más habitual en zonas extrapampeanas.

Este cálculo, aunque muy simplificado, puede dar una idea del orden de la producción esperada: aproximadamente lo mismo que la campaña anterior.

Así, el aumento de la superficie habría compensado al final de la campaña la merma en los rindes.

Consultora de Climatología Aplicada

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