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 domingo, 07 de marzo de 2004

¿Te acordás hermano?... de Cruz Ramón Palavecino
Nació en Tablada pero al fútbol de AFA llegó con la camiseta de Argentino en el 47. Su carrera siguió en los pueblos vecinos a Rosario, donde dejó bien sentado su buen juego desde su metro sesenta de altura

Javier Parenti / La Capital

Clubes de barrio, torneos de 7 jugadores, las peladas canchas de aquella Asociación Rosarina de mediados de la década del 40. Había que destacarse para tener chances de crecer en el fútbol, de subir peldaños rumbo a la categoría de profesionales de entonces. No era simple y menos con una altura escasa. Había que ser habilidoso para conseguirlo y él contaba con esa característica. Desde su metro y sesenta centímetros, Cruz Ramón Palavecino tuvo su chance.

Desde su Tablada natal, "en Chacabuco y Deán Funes", con 20 años aterrizó en tierra salaíta. En aquel Argentino que jugaba los torneos de ascenso en la AFA allá por el 47 y 48, con su juego cargado de habilidad para desempeñarse como inside izquierdo. No fueron muchos partidos pero le alcanzaron para mostrar sus condiciones, para marcarle un gol a Chicago y para abrir las puertas a una extensa campaña por las canchas de los pueblos vecinos a Rosario.

"Empecé en La Unión, que era el club más grande del barrio. Pero al tiempo hubo una bronca entre jugadores y se formó La Aurora, jugábamos en la Rosarina. Ahí me vendieron a Argentino en 800 pesos", cuenta Palavecino.

Era a fines del 46 y jugaba en la Rosarina, en donde el mejor recuerdo descansa en un 3 a 2 a Newell's. Pero el salto lo dio en el 47 para jugar en la primera salaíta. "Gerónimo Díaz era el entrenador y no me quería, pero como se había lesionado Martino el doctor José Martín Olaeta (presidente del club), que me había visto en un partido ante Córdoba, le dijo que me pusiera. Jugábamos ante Ferro, en Buenos Aires", repasa mientras muestra algunos recortes de aquellos días.

"Ferro iba primero y nos ganó 1 a 0. Pero el árbitro nos anuló un gol por off side, cuando no se cobraba al ser un rechazo de arquero. Cómo habrá sido que en el entretiempo al ir por el túnel al final estaba parado Olaeta y cuando el árbitro lo vio enseguida le dijo «perdón, me equivoqué», y recién nos hicieron el gol a los 29' del segundo tiempo", explica.

Palavecino no tuvo demasiadas chances en la primera del salaíto pero jugaba en la local: "Estuve tres años en el club y después me transfirieron a Unión de Alvarez y ahí empezó mi carrera por todos los pueblos".

"Con Unión salimos subcampeones de la Rosarina pero al año siguiente se desafilió y pasé a Argentino de Las Parejas, donde también anduve muy bien, al punto que jugué en el combinado de Cañada de Gómez", rememora y explica que con 25 años se mudó a Independiente de Chañar Ladeado y que su carrera continuó en Huracán de Los Quirquinchos.

"Ahí tuve la máxima felicidad de mi vida porque forme pareja izquierda con uno de mis ídolos, Juan Silvano Ferreyra, el wing izquierdo que había jugado en Ñuls cuando ingresó al fútbol de AFA", se emociona Cruz Ramón y enumera a otros ídolos, como "René Pontoni, que era extraordinario, o Mario Casagrande, que fue el centrofoguar con el que mejor me entendí. Cómo sería que yo sin ser goleador hasta llegué a marcar 4 o 5 goles en partidos por las combinaciones que hacíamos".

El campo lo seguía reclamando y fue a "Campaña de Carcarañá, donde jugué con Bottazzi -un gran amigo-, y salimos campeones invictos. Pero en un partido me quebré la clavícula cuando un compañero mío me chocó cuando yo ensayaba una chilena. Me levanté y quise seguir jugando pero a los 5 minutos no pude más".

Pero el fútbol pudo más que la lesión y al recuperarse volvió a las canchas. Esta vez fue en "Argentino de Monte Maíz, donde me llevó a jugar Casadei, un arquero que jugó en la reserva de Central. Ahí salimos campeones y estuve dos años. Fue el lugar en el que gané más plata. Me acuerdo que me dieron 7 mil pesos de prima, 500 por partido y 50 pesos de comida, con lo que pude construir la pieza y la cocina de mi casa". Esa que cumplirá 50 años en agosto, en el Saladillo, "cuando era todo tierra y campo para entrenarme y no como ahora que son todos edificios". La que edificó poco a poco con su esposa Aurora Sánchez, quien lo acompaña hace 53 años y con la que formó una gran familia de "tres hijos -dos mujeres y Jorge, quien llegó hasta la local del salaíto pero como volante derecho-, seis nietos y dos bisnietos, uno de ellos (Naki Senra) hasta el año pasado jugó de 10, como yo, en Central Córdoba y ahora lo hará en Provincial".

La década del 60 había empezado y ya era tiempo de volver a Rosario y con 33 años lo tentaron para jugar "en los veteranos de Roque Sáenz Peña, en el barrio. Salimos campeones tres años seguidos (61, 62 y 63) y estuvimos 58 partidos invictos, para alegría de los dos mil o tres mil hinchas que iban a cada partido".

Y entonces sí le dijo adiós al fútbol en el campo de juego. Porque desde entonces lo sigue por TV sin importar quién juegue porque con sus 77 años cumplidos ayer sólo le gusta "ver buenos partidos y que ganen los equipos que mejor fútbol desplieguen".

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Palavecino suplió su baja estatura con un juego de alto vuelo desde su posición de insider izquierdo.

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