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 domingo, 22 de febrero de 2004

Niñez en riesgo. La disgregación familiar es la primera causa de indefensión
Los jueces de menores atienden por año a más de mil chicos victimizados
Un solo juzgado recibió 400 casos de abandono, abuso, maltrato y fugas del hogar. La punta de un iceberg

Isolda Baraldi / La Capital

Un mínimo de mil casos de chicos maltratados, abandonados, que se fueron del hogar o abusados sexualmente deben atender anualmente los tres Juzgados de Menores de Rosario. Al menos esto podría inferirse de un dato contundente al que tuvo acceso La Capital: sólo en uno de esos juzgados ingresaron 400 denuncias durante 2003. Y aunque no todos los jueces pueden tomar la misma cantidad de trámites, puede calcularse que no menos de un millar dan vueltas por esas dependencias.

La cifra es sólo la punta del iceberg, ya que muchas de estas situaciones son cotidianas en Rosario pero no llegan a la Justicia. De todos modos esta realidad es infinitamente menor a la avalancha de denuncias que reciben diariamente los Tribunales por chicos que infringen la ley, lo que incluso provocó que los magistrados dieran cuenta al Gobierno provincial del colapso en el que están inmersos. Delitos cometidos por chicos y chicos víctima quizá sean el anverso y reverso de una misma moneda y se presenta como uno de los problemas sociales más grave a los que se enfrenta la comunidad.

La febril actividad de los jueces de menores no es única. Reparticiones provinciales, municipales, organizaciones no gubernamentales también están trabajando para abordar la problemática de los chicos en riesgo. Sobre todo en los miles de hogares que han caído en la marginalidad y donde los casos aparecen con mayor crudeza.

El domingo pasado encontraron violada y muerta a una niña de 11 años que se había escapado de su casa tres días antes. Daiana Gómez fue asesinada por su propio tío y su muerte dejó en descubierto un sórdido entorno familiar del que había huido más de una vez. La niña a su vez convivía con su abuelastro, quien hacía diez años había violado a su madre, y que sin embargo continuaba viviendo con su concubina, es decir, la abuela de Daiana. El caso nunca llegó a institucionalizarse. Otros son tomados a tiempo, con disímil suerte.

"La mayor indefensión es la ignorancia", afirmó a La Capital el titular del Juzgado Nº3, Jorge Cartelle. Así, el magistrado aseveró que una de las causas primordiales de estas situaciones es la disgregación del núcleo familiar y obviamente la grave crisis económica y social en la que está inmerso un alto porcentaje de la sociedad.

"La familia, como la conocíamos, no existe más. Es muy grave el problema de los excluidos, de la gente que está en la búsqueda permanente para satisfacer las necesidades básicas, y aquí también aparece la disgregación social", reflexionó.

Claro que el juez admitió que estas situaciones no "son de resolución rápida", y en ese marco abogó por hacer trabajos en red con las reparticiones municipales y provinciales, además de las organizaciones no gubernamentales.

"Es necesario que trabajemos todos juntos para abordar esta problemática", instó, aunque a renglón seguido agregó que ya hay acciones conjuntas pero lamentó que en la mayoría de los casos se dan ante los hechos consumados, es decir, cuando el chico ya se judicializó.


Atención a la víctima
En el mismo edificio de Tribunales Provinciales (Pellegrini, Moreno, Montevideo y Balcarce) funciona un Centro de Asistencia a Víctimas de Violencia Familiar y Delito Sexual que depende de la provincia. Liliana Ominetti es la coordinadora del centro que está abierto hace dos años en el lugar y confió que entre octubre de 2002 y el mismo mes de 2003 atendieron a 583 familias derivadas de los juzgados de menores. Lo que implica un trabajo al menos multiplicado por cuatro que supuestamente componen cada núcleo familiar.

"En la mayoría de los casos no vuelven a los juzgados porque intervenimos sobre el conflicto familiar y por suerte logramos destrabarlos. Tenemos un promedio de entre ocho y doce entrevistas diarias", explicó Ominetti.

La funcionaria destacó que en la mayoría de los casos las denuncias las hacen las mujeres y abarcan situaciones de violencia desde psicológicas hasta violaciones, pasando por palizas o abandonos.

En ese marco, las profesionales del equipo -que integran psicólogas, asistentes sociales y abogadas- dieron cuenta de que se topan a diario con patologías severas y también con problemas de adicciones a distintos tipos de drogas y al alcohol.

Entonces se tejen lazos de contención o terapéuticos con otras instituciones como el Hogar del Huérfano, granjas con internaciones y también el Hospital Psiquiátrico Agudo Avila.

Todas las instituciones, gubernamentales o no, que trabajan con menores víctimas refieren que lo ideal es intentar que los chicos queden en la casa con su familia de origen. Sin embargo, en casos extremos se deben sacar los chicos del seno del hogar porque es allí donde se los está victimizando.

"La institucionalización no es buena, pero es un mal necesario. Hay determinados momentos en que hay que brindarle al chico un continente, es decir, un lugar donde pueda comer, dormir tranquilo y estar atendido", aseveró Cartelle.

Si bien el Hogar del Huérfano es la institución más antigua en la ciudad para albergar a niños y niñas víctimas, también hay reparticiones provinciales y entidades intermedias que alojan a pequeños y adolescentes en riesgo.

También para Ominetti la internación del menor es uno de los últimos recursos a tomar con excepción de delitos como la violación del chico. "Hay patologías que no se pueden abordar, el violador es un delincuente y hay que tratarlo como tal", destacó Ominetti.

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