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 sábado, 21 de febrero de 2004

Manso y la rara sensación de enfrentar al club querido
El Piojo jugará otra vez ante Newell's, del que no se fue bien

Durante años Damián Manso y Newell's mantuvieron una relación que no conoció mayores reproches, más allá de alguna pelea de ocasión tan propia en aquellos que se juran amor incondicional.

El tiempo pasó entre aplausos y ovaciones hasta que un buen día aquel chiquilín escurridizo con la pelota en los pies y patológicamente tímido cuando su inspiración se tomaba un descanso, decidió cambiar de aire harto de que lo señalaran como el único responsable futbolístico de un equipo que sólo funcionaba cuando se encendía la estrella de sus gambetas.

Fue entonces cuando apareció Independiente, club que lo recibió con los brazos abiertos gracias a esa historia tan emparentada con paladares sibaritas y lo cobijó hasta hacerlo sentir uno de sus estandartes futbolísticos ineludibles a la hora de dispensarle elogios al equipo de Pastoriza.

Mucho se dijo y poco se aclaró sobre la salida del Piojo de Newell's. Nunca nadie se atrevió a confirmar ni a desmentir nada públicamente y con todas la letras del caso. Hasta el propio jugador evitó en más de una oportunidad detenerse para explicar los motivos de su poca elegante ida del Parque. Igualmente, en las contadas veces que lo hizo (sobre todo en medios capitalinos) pronunció su verdad a medias pero le apuntó directamente al Bambino Veira.

El partido de esta noche seguramente le devolverá a Manso un mundo de sensaciones extrañas. Quizás menos condicionantes de las que vivió una rueda atrás cuando le tocó pisar el césped del Coloso también haciéndose el diablo con los colores de Independiente. Igualmente la convocatoria no deja de ser una circunstancia contranatura, por la sensiblería del reencuentro con sus ex compañeros y sobre todo, porque Manso no nació para enfrentar a la camiseta que siempre estará pegada a su piel. Tal vez por eso se llamó a silencio durante la semana previa, intuyendo que la búsqueda periodística se iba a inclinar hacia los recuerdos, hacia el lado que no quiere el corazón.

Y vaya si le acariciaron el flequillo, hoy el Piojo es uno de los estandartes de esta irrupción futbolística en la que se transformó el equipo de Pastoriza en la primera fecha.

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