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 domingo, 01 de febrero de 2004

Tierra de sueños y aventura
La Antártida es también un tema de literatura. Poe, Melville, Verne, Salgari y Lovecraft la recrearon en la ficción

Desde siempre la aventura y los sueños fueron de la mano. La literatura, además de ser la herramienta utilizada para atrapar instantes, se instaló en los hielos polares desde tiempos antiguos. Edgar Allan Poe es uno de los primeros que entró al lugar sin haberlo visto jamás. En sus "Aventuras de Arthur Gordon Pymm" (1837), el protagonista se embarca en la costa oeste norteamericana y llega en su bote hasta el extremo sur de América. Le suceden muchas aventuras y Pymm "verifica" que la Antártida está habitada por hombres negros, lo que contrasta con la blancura total del lugar.

En 1692, Jacques Sadeur, escritor francés, publica "Aventuras en el descubrimiento y viajes a la tierra Austral". Describe la zona "hacia el polo sur donde se encuentran prodigiosas montañas, más altas e inaccesibles que los Pirineos". La obra rescata ideas fantasiosas alimentadas por el desborde de los cartógrafos flamencos al servicio de España, encabezados por Ortelio y Mercator, que en sus mapas hacen aparecer ríos, montañas y largas costas que unen el sur de Chile con la nueva Guinea.

También Julio Verne y Emilio Salgari se ocupan de la zona. Verne hizo navegar al Capitán Nemo a bordo del Nautilus bajo los hielos, en sus "Veinte mil leguas de viaje submarino".

En tanto Emilio Salgari, cansado de los desiertos, en "La estrella de la Araucanía", describe una Punta Arenas, antiguamente conocida como "Puerto del hambre", como "una tierra de horrible aspecto... pródiga en tremendos huracanes... de abismos espantosos...". Pero también un lugar que oculta "considerables riquezas".

El imaginario alcanza también a Anatole France en "La Isla de los Pingüinos", donde se lee: "La reverberación de los hielos polares había cegado los ojos del anciano. Distinguió bultos animados que se oprimían en filas sobre las rocas, como una muchedumbre humana en las galerías de un anfiteatro".

También Hermann Melville, famoso por su "Moby Dick", cedió a la tentación del desconocido mar austral y los helados vientos. En "Benito Cereno" cuenta que "en la bahía Santa María, una isla pequeña, desértica, deshabitada del extremo sur, todo era gris. Callado y en calma, pero sobre todo, gris".

El maestro del terror, H.P. Lovecraft, sostiene en "En las montañas de la locura" (1939) que en el Polo Sur, resguardados tras elevaciones de 10.000 a 12.000 metros, se ocultan, luego de 40 millones de años, los primordiales, seres venidos de otros planetas cuando la tierra era joven.

En la Argentina y Chile la literartura es vasta. Roberto J Payró relató como corresponsal del diario La Nación, los caminos de los hielos australes a principios de siglo.

También recorrió el lugar, con su máquina de escribir, un desconocido Emilio Díaz, que en 1958 publicó los "Relatos Antárticos", con mapas y fotografías que muestran su viaje con el almirante Byrd sobre la isla Decepción, la bahía Margarita y el mar de Weddell.

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Una visión del continente blanco desde la cabina del Hércules.

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