| domingo, 01 de febrero de 2004 | Análisis político La encerrona de Obeid Mauricio Maronna / La Capital Santa Fe se convirtió en una nube negra que contrasta nítidamente con el horizonte despejado que devuelven las giras presidenciales, los cada vez más altos índices de imagen positiva que los encuestadores derraman sobre Néstor Kirchner y los porcentajes de crecimiento macroeconómico acicateados por el boom sojero, un milagro que brota desde el mismo territorio en el que, el jueves pasado, su Palacio de Gobierno estuvo a punto de ser devorado por el fuego.
¿Qué he hecho yo para merecer esto?, podría interrogarse Obeid, quien se calzó hace solamente 53 días la banda de gobernador. Toda pregunta que se formula en política tiene respuesta en tanto y en cuanto los protagonistas sepan de dónde vienen y adónde quieren llegar.
La trágica inundación en la capital de la provincia dejó en sus habitantes cicatrices que nunca terminarán de cerrar. Ellos saben mejor que nadie qué políticos estuvieron a su lado y quienes miraron hacia la nada. En la agenda del actual jefe de la Casa Gris debería haber figurado la catástrofe hídrica como núcleo central de su gestión; la lastimada dermis de los santafesinos no admitía (ni admite) margen de error alguno.
Obeid perdió las elecciones en su propia ciudad porque hubo alguien (su antecesor) a quien la mayoría de los santafesinos reconoció con el voto pese a las ostentosas operaciones mediáticas de autoproclamados "comunicadores sociales independientes" que formatean la realidad de acuerdo a sus propios intereses y negocios.
Curiosamente, la performance de Carlos Reutemann llevó a que un candidato (Alberto Hammerly) sin estrella sumara para que el lema PJ conservara el invicto y, paradójicamente, para que Obeid fuera gobernador por segunda vez.
La historia puso a Obeid en una situación ideal para revertir el estado de las cosas en su propio terruño: ponerse a la cabeza de la reconstrucción de Santa Fe involucrando al peronismo en su conjunto, convocando a los independientes (y hasta a los opositores), para dejar bajo un paraguas protector las riñas político partidarias. Nadie podría decir "no" en una cuestión tan espinosa.
El gobernador demoró la designación del titular del Ente para la Reconstrucción de Santa Fe como si no se hubiese tratado de una cuestión urgente, no merituó el peligroso y paulatino endurecimiento de las protestas (él mismo fue agredido físicamente a la salida del Arzobispado) y, finalmente, les imploró a los manifestantes que "le dejen pasar enero". La multitudinaria concentración del viernes fue la respuesta que tuvo el pedido.
Con el mismo énfasis con que se resalta el error de Obeid debe repudiarse el salvajismo con que se atacó a la Casa Gris. Ver a chicos de 10 años arrojando piedras contra los ventanales o a un grupo de muchachones intentando hacer ingresar una garrafa a despachos oficiales resulta mucho más grave que volver a escuchar argumentaciones de poco espesor sobre "maniobras de desestabilización", que le atribuyen el episodio "a la policía", "al reutemismo" e, incluso, créase o no, "al propio obeidismo".
Solamente un mal nacido puede querer desestabilizar a un gobernador que en menos de dos meses cometió errores (y muchos), pero ninguna tropelía que amerite semejante grado de violencia.
Obeid luce como un hombre solo, a quien se le hace difícil concentrar todos los dilemas que atraviesan la provincia. Varios de sus funcionarios no están a la altura de las circunstancias y evitan lo que todo manual de buen gobernante sugiere: delegar funciones.
El subsecretario de Seguridad, Alejandro Rossi, resulta la excepción frente a tanta grisura y contrasta nítidamente con la endeble presencia del ministro de Gobierno, Alberto Gianneschi. El ex camarista de Reconquista luce como un hombre honesto y afable pero parece no haber tomado dimensión de la importancia estratégica de su cargo. ¿Cómo un dirigente que tiene a su cargo responsabilidades en materia política, judicial y de seguridad se niega a dar su celular a periodistas que diariamente necesitan tener información oficial para evitar operaciones y versiones falsas?
Se escribió en esta columna antes de la asunción (cuando la increíble gaffe del ministro sobre sus dos jubilaciones recorría el país) que Obeid debía demostrar que su promesa de poner en práctica "otra forma de hacer política" esta vez iba en serio. Gianneschi fue confirmado y el gobernador culpó por el escandalete a los periodistas.
"El Turco entró al edificio, cerró la puerta, tiró la llave por la ventana y se quedó encerrado", graficó un histórico dirigente del peronismo, referenciando la composición "cerrada" del equipo ministerial.
El panorama en el justicialismo provincial muestra el desgaste de 20 años de gobierno. Y no es un problema de "comunicación" que pueda solucionarse financiando espacios periodísticos con "algunos cumpas de los medios", como le sugirieron al gobernador en el encuentro que mantuvo en Rosario con diputados y concejales locales.
El justicialismo es hoy una suma de facciones sin rumbo que no termina de entender que algo cambió definitivamente en la política: la sociedad vota a los mejores y puja por una renovación de caras y metodologías.
"Si en el 2005 prosperase la idea que tienen algunos de unificar los comicios legislativos con la elección de convencionales constituyentes, la oposición nos barre. A menos que vayamos en caravana a pedirle a Reutemann que nos salve en el último minuto", dijo un funcionario que se fue del poder el 11 de diciembre y que admitió que apenas tuvo un mínimo contacto con quien lo sucedió.
Malas noticias: Reutemann no será candidato a nada en el 2005. El Lole regresó de su viaje por Europa y permanece atento en su campo de Llambi Campbell. "Por primera vez, anoto todo lo que dicen, pero todo, ¿eh? No salí a contestar las barbaridades que me dijeron porque lo que menos deseo es hacerle daño a un gobierno justicialista. Si Obeid quiere derogar la ley de lemas, que la derogue. Esa decisión está en sus manos, desde marzo será el presidente del PJ. Si de esa forma logra que ganemos las elecciones, adelante... Si le entrega la banda a otro peronista, se puede poner una medalla en el saco", comenta el ex mandatario en su particularísimo léxico.
En pocos días más, Reutemann se reunirá con Obeid, lo respaldará y dirá (palabras más, palabras menos) que todo el justicialismo "tiene que apoyar al compañero gobernador para que el peronismo pueda festejar sus bodas de plata manteniendo el poder en Santa Fe".
Afortunadamente, para el actual jefe de la Casa Gris se terminó el peor enero que recuerde. Ojalá, para él y para todos los santafesinos, en poco tiempo pueda repetir aquello de que no todo tiempo por pasado fue mejor, y que mañana es mejor.
Pero para que eso se produzca deberá aceitar o cambiar algunos mecanismos de un staff de gobierno que luce un preocupante gris de ausencia. enviar nota por e-mail | | Fotos | | |